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Sonreí.

"¡Hola!

"No, ese de ahí no puede ser, esta muy arreglado. Él no se viste así."

Pasé por tu lado cuando dijiste eso y mi corazón casi se me sale del pecho. Estabas hablando de mí.

Tu voz hablando de mí como "él".

¡Oh, joder, casi me da un paro cardíaco! 

¡¡Mierda, me has hecho tan feliz solo con eso!!

¿Memorizas las cosas que te digo?Supongo que si estuviera en tu lugar y un chico empezara a mandarme notas, también lo haría.

Digo, así descubriría su identidad pero tú no lo harás, créeme, porque podría ser cualquiera.

Podría estar sentado en una mesa, podría estar sirviendo cafés, podría estar en la cocina haciendo sandwiches, podría simplemente estar de paso.

Att: un chico aún confundiéndote."

Me encantaba saber que lo hacía feliz algo que yo había dicho aunque no me hubiera dado cuenta que pasó por mi lado, pero si me di cuenta del agradable perfume de hombre del que hasta ahora no había caído en cuenta.

Seguí leyendo.

¿Que si memorizaba las cosas que me decía?

¡Claro que las memorizaba!

Si hasta las tenía apuntadas en un cuaderno guardado en el último cajón de mi mesita de noche donde lo leía antes de dormir para poder reunir pistas, pero hasta ahora no tenía nada físico sobre él y todo lo que tenía era relevante hasta cierto punto.

Me interesaba, sí, claro que me interesaba lo que me comentaba, pero quería saber cómo era, poder imaginármelo, poder reconocerlo si lo veía en la cafetería o en el centro comercial, pues como él misma me había dicho en la nota de hoy, estaba confundiéndome.

Podría estar en cualquier lado y eso solo me hacía mirar alrededor buscándolo.

- Entonces le dije, "¿y por qué tengo que firmar esto?" y me dijo... - Frank carraspeó. - ¿Me estás escuchando? - Sacudí la cabeza y le miré.

- Sí, claro. ¿Y qué te dijo? - Guardé el post-it en mi bolsillo.

- ¿Qué pensabas? - Preguntó.

- Nada. - Volví a mirar hacia donde estaba mirando segundos antes.

Guillermo preparaba los café mientras tarareaba alguna canción que sonaba de fondo en la radio de la cafetería y de vez en cuando bailaba un poco, moviendo las caderas, lo que me hacía reír.

Se ve feliz hoy.

Se dio la vuelta y me atrapó mirándolo, lo que hizo que sus mejillas se tiñeran un poco de rojo y caminara hacia nosotros con los cafés en las manos.

Los puso sobre la mesa con algún comentario de mi mejor amigo y, antes de que se fuera de nuevo, le hablé.

- ¿Qué perfume usas, Guillermo? - Él se dio la vuelta.

- No sé cómo se llama, la verdad, me lo regaló mi padre por mi cumpleaños hace unos meses. - Se encogió de hombros.

- Huele a perfume de hombre. - Él asintió confirmándolo.

- Sí, me encanta cómo huele. - Sonrió y asentí.

- A mí también. - Se sonrojo y se alejó con una sonrisa.

Yo solo volví a mirar a Frank que había estado al margen de la pequeña conversación mirándonos con curiosidadmientra removía el azúcar recién echado en su café.

Entre notas y caféDonde viven las historias. Descúbrelo ahora