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Celos, envidia, rabia.

Era solo una parte de todo lo que sentía en estos momentos por cómo mi mejor amigo me hablaba del chico de las notas.

Él estaba sentado en la silla frente a mí en el escritorio de mi despacho y me decía que había ido con él a tomar un helado con el fin de hacerlo sonreír.

Me dijo que lo único que le sacó una sonrisa fue el decirle que yo estaba bastante preocupado por él y eso disminuyó un poco mis malos pensamientos, pero no del todo.

Aún seguía sintiendo celos de que él pudiera demostrarle que estaba ahí y yo solo pudiera sentarme a esperar.

Nos levantamos y salimos hasta la cafetería, donde rápidamente despegué la nota para ver si se encontraba mejor.

"Hola.

Me alegra que te preocupes por mí, de verdad que sí.

Cuando Frank me ha dicho que estabas preocupado me ha sacado la primera sonrisa desde la reunión familiar.

Es un buen hombre y un buen amigo, hay pocos como él.

Mis amigos no me hablan por haber cancelado mi salida el viernes con ellos.

No me contestan para decirles el motivo y no tengo a ndie con quien desahogarme, ¿sabes?

No quiero aburrirte ni deprimirte con estas cosas así que mejor paro con esta nota ya.

Lo siento,

Att: Un chico deprimido."

Sonreí un poco al leer las primeras líneas y asentí de acuerdo a que Frank era un buen hombre y amigo, pero después mi sonrisa se fue borrando.

- Por favor, Frank, dile que no me deprime con las cosas que me cuenta. - Él frunció el ceño.

- ¿Qué? - Preguntó.

- Sus amigos no le hablan por cancelarlos y dice que no tiene a nadie con quien desahogarse. - Bufé. - Hazle saber que estoy aquí para él, ¿vale? - Asintió.

- Tranquilo, se lo haré saber. - Suspiró.

- De cualquier forma, dile que me cuente lo que quiera, que aquí estoy para él, por favor. - La desesperación por ayudarlo estaba presente en mi voz.

- Te dije que se lo haré saber aunque él ya lo sabe. - Se medio rió mirando sobre mi hombro y miré también, pero no había nadie.

El camarero se acercó con media sonrisa y entendí que mi mejor amigo se había reído por él, así que solo pedimos y hablamos como siempre, aunque esta vez de trabajo, tomando café.


Entre notas y caféDonde viven las historias. Descúbrelo ahora