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- ¡Dios, mira que pelos tenía! - Frank señaló una foto del álbum que teníamos en la barra de la cocina.

- Tenías una melena digna de un anuncio. - Me reí y bebí de mi cerveza. - Menos mal que te lo has cortado un poco. - Se rió.

- Tampoco lo llevo tan largo ahora. - Se lo echó hacia atrás con una mano y seguimos riendo. - Hey, mira est... No, mejor no. - Señaló una foto y en seguida pasó la hoja, pero volví hacia atrás.

Era una foto donde estábamos los dos de adolescentes con nuestras respectivas madres y hermanas. Frank pasó la hoja de nuevo.

- Te dije que mejor no. - Siguió viendo las fotos.

- Han pasado más de diez años y aún sigo echándolas de menos. - Le miré.

- Es normal. Me pasa lo mismo. Sabes que siempre hemos sido como dos familias unidas. - Suspiré.

- Al menos el cabrón que las mató está donde tiene que estar. - Tragué un nudo.

- ¿En la cárcel? - Negué.

- Se suicidó a los pocos días de estar encerrado. - Bebí de mi cerveza e Frank suspiró.

Ignorando aquellos malos recuerdos, pasamos toda la tarde viendo viejas fotos y comentándolas hasta que se fue a su casa y yo a dormir.

Al día siguiente, según me levanté, abrí una libreta que tenía dentro del maletín y apunté todas las pistas que tenía sobre el chico de las notas.

No quería dejarme nada y lo mejor era apuntarlo.

Releí los post-its y fui apuntando la cosas que me parecían pistas para descubrir quién era pero, por el momento, todo me parecía un poco irrelevante ya que no conocía a nadie que tuviera esas características.

Definitivamente, el chico de las notas era alguien que no conocía y eso lo hacía más difícil para mí.

El ahora tenía a Frank que le decía cosas de mí, pero él no me iba a decir nada sobre el chico.

Cuando me di cuenta había pasado toda la mañana y estaba en la pared al lado del ascensor esperando por Frank.

- ¡Hey! - Le dije cuando vi que iba a entrar a mi despacho.

- ¡Wow! - Exclamó. - Es extraño que estés aquí esperándome, ¿estás ansioso por algo? - Preguntó con una ceja levantada.

- Sabes que sí, quiero saber qué me va a contar hoy. - Entramos al ascensor.

- Oh, yo lo sé. - Se rió.

- ¿Cómo puedes saberlo? - Me crucé de brazos.

- Porque estuve con el cuando la escribió ayer. - Se bajó del ascensor.

- ¡¿Qué?! - Le seguí. - ¡¿En serio?! - Mi cara se iluminó y asintió. - Entonces, existe. Es un chico y no alguien gastándome una broma, ¿no? - Volvió a asentir y salimos del edificio.

- Es un chico de verdad y, me jode decirlo, pero tienes suerte porque es muy guapo. - Abrí la boca y la cerré sin saber qué decir.

Estaba muy emocionado e intrigado despegando la nota.

- ¿Cuánto de guapo? - Nos sentamos.

- Bastante. - Señaló la nota. - Lee. - Asentí leyendo.

"¡Hola!

Hoy vuelven los signos de exclamación porque ayer Frank, tu amigo, me vino a ver a mi trabajo, el de por la tarde.

¡Como lo lees!

Solo vino s disculparse por habarme gritado en el centro comercial, diciendo que tú habias ido a hablar con él por la mañana.

Supongo que por eso saliste molesto.

¿Estás celoso?

Me gustaría pensar que es así, aunque al fin y al cabo no tienes motivos.

Para mí solo existes tú

Att: Un chico esperanzado."

- ¿Tiene dos trabajos? - Pregunté a Frank se encogió de hombros. - Entonces quiere decir cuando viene aquí es porque tiene un horario de descanso, como nosotros. - El camarero dejó nuestros cafés y seguí leyendo.

¿Celoso? ¿Por qué tendría que estar celoso?

Frank podía tener a la persona que quisiera, como había hecho siempre, pero ¿sería capaz de quitarme a mi chico de las notas?

No creía que mi mejor amigo hiciera eso.

Él lo conocía y podía pasar tiempo con el mientras yo me quedaba solo con el olor a colonia de hombre de sus post-its y su, ahora bonita, caligrafía.

Pero entonces, leí la frase: "Para mí solo existes tú."

Eso se quedó dando vueltas en mi cabeza durante todo el día junto a una estúpida sonrisa en mi cara hasta que fui a dormir.

Entre notas y caféDonde viven las historias. Descúbrelo ahora