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Última nota.

Era leer eso de que era laúltima nota y se formaba un revoloteo en mi estómago que no me dejaba articularpalabra.

"¡Hola!

¡Ultima nota!

Esta tarde a las 7, cuando salgas de trabajar, en la dirección que te di hace unos días.

Att: Un chico hiperactivo.

PD: Te la vuelvo a poner por si la haz perdido, aunque lo dudo bastante porque las guardas todas. 

Dirección: ****** ***** ******"

Sobretodo porque sabía que era la última nota y nos conoceríamos, no porque dejaría de escribirme.

Por fin, esta tarde iba a saber quién era el chico de las notas.

Mi chico.

Ya habíamos venido de la cafetería a las 11:30, pues solo teníamos media hora de descanso, pero no podía estar quieto en mi despacho, así que me levanté y recorrí todo el edificio haciendo tiempo hasta que acabé en el despacho de Frank.

Guillermo parecía muy feliz últimamente también al igual que Frank y mi instinto egoísta no quería pensar que él ya me había sustituido por Frank después de decirme ayer que yo le gustaba, pero pensándolo bien, tenía todo su derecho a hacerlo.

Yo iba a conocer a mi chico de las notas esta tarde, ¿por qué no podía empezar él una relación con Frank?

Frank no era de relaciones, aunque había tenido una o dos en su vida, pero también estaba en todo su derecho de tener una con Guillermo y yo me alegraría por ambos.

Mentía.

Los celos me comerían por dentro, pero no podría hacer otra cosa si eso pasaba y yo, al final, no decidía tener algo con el chico de las notas.

Deseché cualquier pensamiento ahora mismo y toqué en la puerta de Frank después de saludar a su secretaria.

Era extraño que Frank no tuviera una rubia despampanante de 20 años como secretaria y tuviera a una señora mayor que podría ser nuestra madre, pero eso ya era otro tema que solo le incumbía a él.

- Adelante. - Dijo al otro lado y entré dejando mi maletín en un sofá. - ¡Hey! ¿Qué haces aquí? - Bajó los pies de la mesa.

- Estoy nervioso. No sé qué hacer. No puedo estar quieto. - Hablé caminando por todo el despacho.

- Él tiene que estar peor, seguro. - Se rió. - ¿En serio no tienes ni idea de quién es? - Preguntó y negué con las manos en la cadera frente a su escritorio.

Frank se levantó riendo y fue hasta mi maletín, se lo llevó al escritorio y se sentó en su acolchada silla giratoria mientras me hizo tomar asiento frente a él.

Abrió mi maletín y sacó todas las notas una por una, ordenándolas sobre su mesa, para luego mirarme cogiendo un bolígrafo del estuche que tenía sobre unos papeles y la libreta que tenía anteriormente.

Buscó una página en blanco y suspiró.

- Veamos... - Dijo y comenzó a apuntar.

- ¿Qué haces? - Pregunté bastante confuso.

- Calla y espera, no seas niño impaciente. - Se rió.

Mientras mi mejor amigo apuntaba a saber qué cosas en la libreta, yo me puse a mirar todo el despacho, más por hacer tiempo que por otra cosa.

Alterné la mirada de entre el reloj de mi muñeca izquierda y el que Frank tenía en la pared, comprobando que lo tenía adelantado dos minutos, hasta que habló.

- Listo. - Volteó la libreta hacia mí y leí.

- Frank. - Le llamé mirándole.

- ¿Sí? - Se inclinó en la mesa.

- Has escrito el nombre de Guillermo en la libreta al lado de las pistas de el chico de las notas. - Asintió.

- Ha estado delante de ti todo el tiempo. - Cerró la tapa del bolígrafo con una sonrisa.

Entre notas y caféDonde viven las historias. Descúbrelo ahora