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- Frank. - Le llamé saliendo del despacho.

Él venía de camino al mío para buscarme y bajar a la cafetería a desayunar.

- Dime. - Se paró al lado del ascensor y me acerqué.

- Ya sé qué le pasa a uno de nuestros chicos. - Dije entrando al elevador con él y le di al botón 0.

- ¿Qué? ¿Qué le pasa? ¿Guillermo te ha hablado? - Preguntó rápidamente.

- No. No es Guillermo, lo siento. Me ignora cuando le escribo o me responde con monosílabos. - Asintió.

- Bueno, dime, ¿qué le pasa a el chico de las notas? - Suspiré saliendo del ascensor.

- Alguien lo está maltratando. - Frank se paró a medio camino.

- ¿Qué? - Preguntó con rabia y volvió a mi lado.

- Alguien, que sé que es un hombre porque se refiere a él como "él", le hizo daño hace tres años y, al parecer, ha vuelto. Por eso dice que está usando maquillaje, pero que ya no le cubre. - Tragué un nudo de rabia al no poder hacer nada.

Frank no dijo nada, pero sabía que estaba molesto como yo, solo entramos a la cafetería, despegué la nota y nos sentamos.

"Hola.

Me estoy ahogando, no puedo respirar.

Grito y nadie me escucha.

¿Puedes tú escucharme?

Att: Ayúdame."

Mi amigo no dejaba de mirar a Guillermo que, para no variar, estaba de espaldas a nosotros en la barra, así que tuve que llamar su atención poniéndole el post-it delante.

Frunció el ceño leyéndolo y miró a todos lados en la cafetería.

Lo estaba buscando.

- Me duele en lo más profundo de mi ser decir esto, pero yo no lo puedo ayudar porque no sé quién es, Frank, así que, por favor, haz algo para ayudarlo tú. - Le supliqué.

Entre notas y caféDonde viven las historias. Descúbrelo ahora