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Llegué a su despacho bastante enfadado con la nota en la mano y pisando fuerte.

Aun cuando su secretaria me dijo que no podía pasar porque estaba "ocupado", la hice a un lado despacio - porque era una mujer mayor -, y pasé.

Por lo que veía, ocupado para Frank significaba estar sentado en la silla acostado hacia atrás con las piernas sobre la mesa y una libreta sobre su regazo rellenando los cuadrados de ésta.

- ¿Qué coño es esto? - Le enseñé la nota cuando entré y me apoyé en su escritorio haciendo que se sentara bien.

- Lo siento, señor. He intentado que no entrara, pero... - Se disculpó la mujer entrando detrás de mí.

- Está bien, Emma, no importa. Ya me encargo yo. - Se levantó sin dejar de mirarme y la señora se fue.

- ¿Y bien? - Dije aun enseñándole la nota.

- Ha tardado en decírtelo. - Ironizó leyendo el post-it aún en mi mano.

- ¿Cómo que le has gritado? ¿¡Quién te crees que eres para hacer eso, Frank!? - Bajé la mano con la nota y la apoyé en el escritorio. - No, déjame hablar. - Dije cuando él iba a hacerlo. - ¿Con cuántas personas he estado? - Suspiró.

- No sé. Una, tal vez. - Se encogió de hombros cruzando los brazos.

- Tengo 32 años, solo he estado con una persona y de eso hace más de seis años. Tú tienes 32 años y has estado con más de veinte a lo largo de toda tu vida. ¿No te parece que yo también merezco tener a alguien que se interese por mí? - Me señalé. - No solo una mujer quiere tener a alguien que la quiera, algunos hombres también queremos eso y yo quiero ser importante para alguien. - Descruzó los brazos. - Sabes que desde siempre mi sueño ha sido tener una familia como la que no pude tener, Frank, ¿por qué no dejas que esta chico siga con lo que está haciendo? Quizás algún día pueda conocerlo y que pase lo que tenga que pasar. - Él tragó saliva.

- Lo siento, hermano. Es que te veo leer esas cosas todos los días y me siento excluido. - Fruncí el ceño.

- No te estoy excluyendo, lo haces tú solo. Yo solo las leo un momento y me permito fantasear en cómo será el. Eres tú quien me has estado evitando por esta tontería. - Suspiré. - O ¿te recuerdo la vez que me tú me excluiste de tu vida por aquel chico cuando estábamos en la universidad? - Negó.

- No hace falta. Me sentí bastante mal. - Asentí.

- Exacto. Sé lo que se siente estar excluido, Frank, no voy a hacerte eso a ti, por favor, eres mi mejor amigo. - Se llevó una mano a la cabeza y se echó el pelo hacia atrás.

- No te preocupes, esta vez no volverá a pasar, de verdad. En cuanto pueda iré a disculparme con el. - Agarré la nota y se la enseñé.

- Entonces, ¿me dirás quién es? - Sonreímos sabiendo que estaba todo bien.

- Ni lo sueñes. - Me dio un golpe en el hombro y nos abrazamos diciendo que hablaríamos las cosas y no intentaríamos huir.

Entre notas y caféDonde viven las historias. Descúbrelo ahora