Pieza perdida

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Se levantó temprano, el sol apenas empezaba a salir y daba gracias a que al menos tenía un techo bajo su cabeza cuando trató de hacer el menor ruido posible al salir de su diminuta habitación para que los habitantes de la vivienda no se molestaran.

Hoy era día de compras, así que tomó las bolsas para hacer el mandado, sacó un papel arrugado con las cosas que debía comprar y que les gustaban a los jefes, tomó la identificación de su empleador y salió abrigandose por el frío de la mañana mientras veía como la ciudad empezaba a despertarse.

No le importaba esperar unos minutos a que abrieran la tienda, prefería esperar a tener que pasar más tiempo en esa casa, aunque debía regresar a hacer sus deberes que parecían ser infinitos.

–Buenos días.

Entró a la tienda en cuanto estuvo abierta y se tomó su tiempo en seleccionar marcas de los productos que le habían escrito en el papel.

Luego, más gente empezó a llegar y cuando notó que más veces chocaban contra él, decidió que era hora de apurarse.

Pagó, aunque siempre que venía le pedían lo mismo y revisaban meticulosamente sus bolsas a la salida, se preparaba mentalmente para lo que venía al llegar a casa.

Si es que podía llamarla casa, más bien, era el lugar donde tenía que trabajar.

Llegó y vió como el padre iba de un lado a otro alistandose para salir al trabajo. Él sabía lo que estaba buscando cuando lo notó desesperado mirando por todos lados, parecía que no sabía lo que le faltaba, así que fue a buscar su corbata tratando de no hacer ruido cuando salió del armario de aquel hombre.

–Ah– el Alfa detuvo sus movimientos cuando él se acercó a darle lo que había estado buscando y sonrió –. Gracias Jung. ¿Ya fuiste por el mandado?

Su jefe siguió su camino hacía su habitación por lo que le faltaba y decidió hacerle un pan tostado con mermelada, ya que parecía que se le hacía tarde.

–Ah– volvió a exclamar cuando le extendió el alimento junto con una servilleta y lo tomó con la mano desocupada –. Gracias, no se que haría sin tí.

Le gustaba sentirse necesitado, para eso estaba aquí, para ayudarles y cuando le pagaran podía enviarlo a su familia. Trabajar para personas con este estatus social le ayudaba mucho.

El hombre salió y él se dirigió hacia la cocina para empezar a hacer el desayuno para la señora y el chiquillo que lo traía de un lado a otro sin poder descansar solo cuando estaba dormido.

La señora tenía una dieta estricta, estaba embarazada y casi estaba en la última etapa de este, a veces se hartaba de comer lo mismo, pero él no iba a tener problemas si es que le pasaba algo si le hacía otra cosa de comer, así que se oponía cada vez que ella se lo sugería.

Empezó a hacer el menú de la señora y el del hijo, pero además de eso enlistó las cosas que tenía que hacer alrededor de la casa, lavar, planchar, sacudir, barrer... estaba tan concentrado que olvidó que él también tenía hambre.

–¿Qué tanto estás pensando?

Debió haberla escuchado venir, sus pasos eran de lo más pesados por tener que cargar a un niño en su vientre, pero aún así, saltó un poco al escuchar de repente su voz.

–Buenos días, señora.

–Señorita.

Siguió cocinando y cuando acabó, se fué a alistar al niño para llevarlo a la escuela. El cachorro estaba medio dormido y él intentaba vestirlo con el uniforme mientras el pequeño trataba de abrir los ojos. No debieron haberlo dejado dormir tan tarde el día de ayer, pero el hijo quería seguir viendo la tele después de un maratón de dulces y siempre le cumplían sus caprichos.

Roommates... or more? | JinsuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora