Roommates... or more? | Jinsu

Karma

Los años pasaban por las arrugas en la cara del Alfa Kim, las canas que pintaban su cabello eran más y más cada día que se veía al espejo.

Su vida era una rutina, siempre hacía lo mismo, siempre solo.

Su trabajo era todo para él, siempre le había dado los mejores años de su vida a la empresa y ese mismo trabajo, es el que le ocasionará un mal rato.

–¡Señor! ¡Señor!

En la empresa del Alfa Kim, se escuchaban gritos, la manera en que habían estado tranquilamente trabajando, se quebró cuando el jefe se desplomó en el suelo de su oficina. Alguien llamó a la ambulancia.

–Señor Kim... no se duerma.

–Llama a su contacto de emergencia.

–Mientras hay que hacerle el ecocardiograma.

No recordó nada después de eso, estaba cegado por la habitación blanca en la que se encontraba, luego sintió como si le quitaran el aliento.

Alguien estuvo a su lado de inmediato, trató de reconocer esa voz. Era su cachorro más joven. Lo supo por cómo su voz tembló y tomó su mano.

–Aboji...

"Seokjin se preocupa por todos, incluso por los perros del parque o los gatos callejeros".

¿Cuándo fue la última vez que vió a sus hijos?

–Estoy aquí, no te preocupes.

"Sacó eso de su madre".

Trató de enderezarse de la cama del hospital, pero su hijo no lo dejó. Así que azotó sus manos haciendo que su hijo se alejara.

Él siempre ha tenido esos arrebatos, ni siquiera cambió cuando supo que su esposa estaba embarazada, ni cuando sus hijos eran pequeños.

Y cuando ambos se presentaron como Alfas, su personalidad fue aún más dura, quería que fueran fuertes y buenos herederos. No pensó que eso los haría desaparecer de su vida.

Pero ahora, miró a Seokjin, todavía era el niño que crió bajo su mano dura, tímido, aplicado, independiente.

Pero también era cualquier cosa menos lo que le enseñó y era mejor que él.

–Seokjin...– dijo firmemente su nombre, y se quejó por haber estado en la misma posición por mucho tiempo, estaba entendiendo que su edad era lo que lo tenía en este hospital –. Necesito que me saques de aquí.

–Padre, no puedo hacer eso.

–Te estoy ordenando algo...

–No– contestó él, del mismo modo que su padre –. Vas a quedarte aquí, y olvidarte del trabajo para tomar un descanso.

Quería protestar de inmediato, pero se sorprendió a sí mismo cuando ya no estaba viendo al mismo niño que se le imaginó al despertar.

Estaba viendo a un hombre. Un hombre con propósito, con compasión y tan condenadamente fuerte por las cosas que la vida le había hecho vivir.

"El ecocardiograma confirmó la disfunción ventricular y el diagnóstico de la cardiopatía casual."

"De 1 año a 4 años de vida."

"Insuficiencia cardíaca."

"Un trasplante es demasiado riesgoso".

Fueron todas las cosas que el médico particular de la familia que controló su salud les dijo, ni siquiera podía ver a su hijo a los ojos.