XV

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— ¿Alguna vez has tenido novia o te ha gustado alguien?

— No, las mujeres son un juego imposible de ganar.

— Yo creo que tu eres el imposible de entender.

Bromeé, volví a ver ese destello en una ligera sonrisa que reveló tras mi broma. Mi corazón sintió paz ante la conversación, siento que en cada situación ya sea vergonzosa o no, logro conocer un poco más del Yamada que hay resguardado bajo ese manto de neutralidad máxima.

— Kazumi-San ¿Tu has tenido novio o te gusta alguien?

— Sí he tenido novio, solo que no tengo mucha suerte en el amor, soy un imán de atraer cosas malas a mi vida.— murmuré encogiéndome de hombros para continuar.

— Trato de no darle vueltas ni prestar mucha atención a esas cosas... ósea mírame, siempre soy un desastre... y es gracioso porque a veces hasta yo me miro y me digo que yo tampoco saldría conmigo.

Intenté nuevamente bromear, sin embargo, mi sonrisa se apagó tan pronto dije las últimas palabras. Mis inseguridades y poca autoestima muchas veces me consumían; siempre tratando de compararme con la belleza de mis amigas, quienes parecieran ser las nuevas miss universo.

— Pero, soy feliz teniendo amigos.

Agregué tras ver esos ojos que tanto me cautivan mirarme con algo de molestia. Akito parecía escucharme y sentirse disgustado, el ambiente se tensó, pero, agradecí a los dioses cuando el celular de él nuevamente comenzó a sonar y se levantó a contestar.

No tardó tanto, tan pronto finalizó la llamada se quedó de pie mirándome una vez más, podía sentir que aún estaba inquieto por el término de nuestra conversación, quizás me excedí con la confianza.

— Debo irme, Eita espera por mi.

— Sí, claro, te acompaño a la puerta.

Abrí la puerta y sentí mi pecho apretarse, Akito solo salió sin decir ni hacer algo. Cuando volteó tras estar más lejos de mi y en la calle, esbocé una sonrisa y alce mi mano para despedirlo.

— Gracias por lo de hoy Yamada, aprendí mucho, aplicaré mis conocimientos en el juego ¡lo prometo!

— Esta bien Kazumi-San.

— Adiós, saluda a Eita de mi parte, cuida de ti y llega bien a tu destino.

— Gracias Kazumi-San, adiós.

Volví a verlo darme la espalda, dando los primeros pasos para tomar rumbo, me sentía vulnerable y con una inmensas ganas de llorar, perecía como si me hubieran dado una patada en el poco autoestima que poseía.
Apreté los puños y me di vuelta para entrar a mi casa, fue ese momento exacto en que volví a escuchar su voz, quedé completamente paralizada sosteniendo con mi diestra la perilla de la puerta mientras una lágrima se deslizaba por mi mejilla.

— Yo sí saldría con alguien como tú.

Un amor diferente Donde viven las historias. Descúbrelo ahora