XXI

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El celular de Yamada sonaba mientras yo alcanzaba a leer el nombre. Hice una mueca al notar que Akane estaba al otro lado en la línea, miré a mi lado y su rostro parecía tan sereno y sin preocupación; yo seguía a su lado sentada en la misma silla estando tan cerca que podía oler el aroma de su perfume.

Quería hacer muchas preguntas y a la vez solo quedarme en silencio disfrutando de la cercanía y del momento. Pero el remordimiento se apoderó de mi con solo pensar en lo mala amiga que estaba siendo, yo era consciente que  Akane gustaba de Akito.

— No tienes que preocuparte, hoy dejamos todo muy en claro.

Su grave voz me sacó de mis perturbados pensamientos, cuando miré la pantalla para evitar ver esos preciosos ojos azules; solo me encontré con el reflejo de él mirando directamente a través de este. Por primera vez me sentí nerviosa de tener su vista posada en mi, había algo que me inquietaba pero no quería escucharlo.

— Kazumi-San.
— No, yo no quiero... Akane es mi amiga desde hace mucho.— susurré bajando la mirada a mis manos.
— ¿Qué es lo que no quieres escuchar Kazumi-San?

Y la pregunta resonante se perpetuó en mi mente, no estaba segura que era lo que no quería escuchar: quizás que Akane se le declaró o que él lo hubiera hecho. Mi mente era muy imaginativa y eso me hacía tener alucinaciones sobre cosas que quizás ni han pasado creando escenarios que solo buscan mi desequilibrio.

— Me gusta pasar tiempo contigo, creo que eres mucho más de lo que demuestras y cuando divagas tus ojos parecen perder brillo y eso no me gusta, Kazumi-San.

Mi corazón latió tan fuerte que podía sentir que entraba en una taquicardia que amenazaba con convertirse en un infarto. Su mano estaba en mi hombro, y sus palabras dispersaron mi miedo.

— Déjame estar cerca de ti.— murmuré suavemente.
— Ya lo estás, Kazumi-San.

*Un corto capítulo, pero, importante eh. Y cuidado, no todo es lo que parece. Jiji.
¡Nos vemos muy pronto! Gracias para quienes leen y les gusta la historia.*

Un amor diferente Donde viven las historias. Descúbrelo ahora