XVII

473 53 3
                                    

Los días se me hacían más largos desde que me  sucedieron muchos cambios el Lunes recién pasado: mi laptop por cosas del universo no quiso prender más, conseguí trabajo de medio tiempo en el local de los videojuegos como cajera, he estado estudiando para un examen que tuve que volver a rendir porque en la primera oportunidad me fue horrible y tuve que rogar que me dieran otra oportunidad para no perder el semestre, no he visto ni he sabido nada respecto a Yamada.

— ¡vamos cerebro! ¿Cómo te puede costar tanto aprender esto?

Reclamé en voz alta mientras apoyaba mi cabeza sobre la mesa, por más que leía no lograba entender absolutamente nada. Salí más dura que una roca para estudiar.
Finalmente me levanté al mirar la hora, era Viernes y tenía turno en el local.

Caminé, podría haber tomado el bus, pero, estoy ahorrando cada centavo para poder arreglar mi computadora y así ya pronto volver a jugar con el gremio o al menos compartir con ellos. Iba llegando cuando noté la presencia de un conocido, parecía que se ocultaba de algo o más bien alguien.
Sigilosamente me gané a su lado casi como un espía, coloqué mi mano sobre su hombro notando como se sobresaltó y traté de seguirle la situación.

— ¿Qué haces mi querido Watson?

— Kazumi-Chan...— soltó un suspiro de tranquilidad.

— ¿Espías a alguien?

— ¿Qué haces tú aquí Sherlock? — cuestionó arreglando sus gafas.

— Trabajo aquí medio tiempo.

— ¿Por qué no lo sabía? Ah, ¿por qué no te has conectado? ¿Por qué nadie ha sabido de ti esta semana?

— Espera Eita, muchas preguntas. — contesté, iba a continuar pero él me hizo callar.

— ¡Sh!

Puso su mano sobre mi cabeza obligándome a agacharme junto a él detrás de un arbusto casi en la entrada del local. Mis ojos fueron directamente a esos ojos verdes que admiraban con tanta fascinación a las destellantes orbes azules de Yamada.
Pasé saliva con dificultades cuando los vi sentarse en una banca esperando el turno para poder jugar los juegos de arcade, Akane tenía sus mejillas sonrojadas y su larga cabellera castaña suelta, mientras que sus ropas eran tan femeninas y delicadas; se veía preciosa.
Akito por su lado usaba una sudadera blanca y sobre esta una chaqueta deportiva más unos jeans azules.

— ¿Ellos están teniendo una cita? — pregunté desconcertada.

Eita me ibana contestar cuando me levanté e hice una reverencia de despedida, estaba sobre la hora de entrar al trabajo y a su vez tampoco quería saber la respuesta.

— Kazumi-Chan.— mencionó Eita capturando mi atención antes de irme.

— Akane y Yamada, ellos...

Un amor diferente Donde viven las historias. Descúbrelo ahora