XXII

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— Si lo dices de esa forma, parece que estamos hablando sobre el asesinato de alguien.— murmuró Eita.

Momo lo miró con extrañeza y solo apoyó su mano sobre la mesa manteniendo la poca calma que su acelerada forma de ser carecía.

— Las cosas se han tornado muy raras y estresantes desde hace tres semanas.

Se quejó nuevamente el chico de las gafas, intercambiando su mirada con las dos mujeres que le acompañaban aquella tarde en el café.

— Creo que Zuzu debería hacerse a un lado, está entrando a un terreno donde sé que ella no tolerará.— el golpe en la mesa interrumpió a la joven de cabellos cortos.

— Nada de eso, ha avanzado mucho como para rendirse ahora.

— ¡Eita! Kazumi no es ese tipo de persona.

— Lo sé Momo, pero, ya se ha acercado lo suficiente ¡es su momento!

Mis oídos escuchaban la pelea y quizás el quiebre del pequeño club de los depresivos. Momo y Eita se dedicaban a solo discutir cuando lográbamos tener alguna junta; a veces llegaba a pensar que se odiaban realmente, pero, también puedo sentir que entre más elevan su voz más atracción hay y es que siempre se acercan demasiado y se miran fijamente, claramente yo siempre espectadora y nunca protagonista.

Comencé a divagar, mi mente últimamente no lograba concentrarse y eso me estaba afectando en los estudios y el trabajo de medio tiempo. ¿Motivo? El hombre de esos ojos azules.
Suspiré pesadamente, luego de recordar que después de ese día en casa de Yamada no he vuelto a hablar con él ni lo he vuelto a ver porque está de viaje en casa de sus padres fuera de la ciudad.

— ¡Kazumi-chan! ¿Es cierto?

La pregunta me sacó de mis nubes imaginarias, parpadeé varias veces para concentrarme en lo que me estaban preguntando, pero, no logré captar el contexto de la conversación.

— No la metas en esto Eita.— refutó Momo.

— Oye... creo que deberían calmarse.— mencioné al notar que estaban gritando y en el local todos nos miraban.

— Eita es un energúmeno.

— Momo-chan, no lo trates así.— intenté decir seria al ver que nuestro único amigo hombre exageraba sus expresiones de asombro.

— Eita ni siquiera se compara con él, Yamada debería ser nuestro amigo y no tú.— acusó la joven de cabellos negros.

Eita arregló sus gafas y peinó sus cabellos de manera tranquila. Su expresión cambió a una muy serena tras nombrar a su amigo y sus ojos viajaron directamente a los de Kazumi.

— Te has mantenido en silencio absoluto sobre el tema, ahora, dinos... ¿es cierto que avanzaste con Akito? — preguntó.

Ahora la atención estaba puesta en mi, mis manos comenzaban a sudar, ya que, me sentía en un interrogatorio. Sabía que ambos querían saber, he mantenido en secreto todo lo que fue nuestra última vez con Yamada, pero, es que ni siquiera yo misma creía todo lo que pasó.
No pude ocultar ni mi sonrojo ni mi risita nerviosa, intentaba buscar alguna respuesta coherente.

— ¿Se besaron? ¿Se declararon? ¿Pasaron la noche juntos? ¿Se tomaron de las manos? ¿Se tocaron? ¿Hicieron el sin respeto? ¿Se hablaron romántico? — las preguntas llovían por parte de su amiga.

— Kazumi-chan, estoy sobreviviendo por pura ansiedad, ya quítame esta desesperación.

— Yo... ese día.— hice una pausa, estaba tan nerviosa que me costaba modular.

— Yamada y yo... bueno, nosotros ese día.

— Yamada y tu ¿QUÉ? — hizo eco en em café.

Esa voz, mi corazón se detuvo por cortos segundos, mis acompañantes miraban hacia mi espaldas algo perturbados. Lentamente giré mi cabeza para ver esos ojos verdes que me observaban con tanto desprecio.

— Akane-Chan.— susurré.

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⏰ Última actualización: Sep 12, 2023 ⏰

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