XIII

491 48 2
                                    

Luego de sus palabras solo hubo un silencio, si hubiera estado en otra situación, creo que sería incómodo. La verdad es que por alguna razón esa sencillez que Yamada posee bajo su manto de inexpresividades es algo lindo.

Su celular sonó y el ambiente tranquilo se interrumpió, el miró la pantalla y luego a mi previo a levantarse para ir a hablar un poco más lejos, sin embargo, mi lado de señora chismosa se enciende como radar y mis oídos parecieran hacerse más agudos y las orejas grandes para oír mejor.

— Sí.

— Estaba ocupado, pero ya estoy libre.

Dijo sin siquiera mirarme, su voz era tan despreocupada que me hizo caer en la realidad, Akito tiene destellos de luz que muestran un poco lo que esconde en su interior; esos momentos creo que son los cuales atesorar, pese a su corta edad lo considero mucho más juicioso, incluso creo que su juicio es mejor que el mío.
No me di cuenta en el momento que comencé a mirarlo fijamente, pero aquello contrajo que su mirada se conectara con la mía. Se quedó en silencio y dio tres pasos hacía a mi, algo en mi cerebro no reaccionaba y seguía admirando cada detalle de él.

— La verdad, sí estoy ocupado, te llamo luego.

Fueron sus últimas palabras antes de colgar, si alguien me hubiera dicho que aquel joven de ojos azules se quedaría ese día conmigo, yo hubiera dicho que era imposible porque su personalidad es demasiado introvertida, pero, ahí estaba él. Tomando asiento a mi lado nuevamente, miré como extendió su mano casi pasando por sobre mi, mi corazón se sobresaltó, mi mente estallo en pensamientos un poco alejados de Dios y su voz se hizo presente.

— ¿Es momento de enseñarte?

— ¿Ah? — solo pude decir sintiendo mis mejillas ardiendo.

— Vine a eso, ¿no?

— ¡Espera Yamada! Es que... yo... ¿Quieres comer? Digo... — fui interrumpida, mientras no podía procesar que situación era esta.

— Kazumi-San.

Parpadeé muchas veces para intentar creer que era un sueño, era imposible que Yamada, el adolescente que le gustan los videojuegos que además es un famoso jugador por sus habilidades y belleza estuviera en esta situación conmigo en el sofá. Su cercanía, se siente como si se estuviera abalanzando sobre mi; se me va salir el corazón y explotar el cerebro intentando buscar la razón del por qué está pasando esto.
¿Será por qué lo estuve observando con mucha admiración hace un momento? Negué mentalmente, sus ojos tan profundos como el mar se veían tan preciosos de cerca; tomé el valor para hablar.

— Ya... Yamada, es que yo no sé... nunca he hecho esto.— muy avergonzada confesé.

Un amor diferente Donde viven las historias. Descúbrelo ahora