Clary
¡Llegó viernes! O sea, veinticuatro horas después. Estoy en mi habitación mirando mi atuendo. Llevo un pantalón de jean, un top negro hasta el ombligo y unas zapatillas.
Sonrío. Hace mucho no me vestía así.
—¿Nerviosa?—se asoma mamá—. Vaya…—me mira impactada.
—¿Te gusta? —pregunto dubitativa.
—Cariño—se aproxima a mí haciendo un mohín—. Te ves bellísima—me mira por el espejo.
—Papá puede acosarlo—digo cubriendo mi cara—, y....llenarlo de preguntas, y.... ¡Hasta puede huir! ¡Va a espantarlo!
Ella se echa a reír, y deja un beso en mi coronilla.
—Suena como algo que haría tu padre.
—Era el momento dónde debías apoyarme —entrecierro mis ojos.
—Oye, yo estoy aquí para decirte las verdades, no hacerte ilusión ante lo imposible.
—Bien—bufo y justo tocan el timbre.
Me levanto rápidamente, pero la voz de mamá me detiene.
—Llevas tus gafas puestas.
—¿Y?—pregunto desde la puerta.
—Tú no.…tú nunca usas…siempre te pones tus...lentillas—acaba en un susurro sin poder creerlo.
—Ah, sí, eso…no me ha dado tiempo.
—Ya…—me estudia detenidamente la mirada.
—¿Por qué me ves de esa manera?
—¿Qué manera? —finge confusión y una sonrisa se forma en sus labios —¡Abre la puerta! ¡Ve! —motiva—No hagas esperar al pobre chico.
Eso hago. En lo que bajo las escaleras, aplano mi cabello ¿Por qué estoy tan nerviosa? Ni siquiera debería estarlo.
Papá está terminando de poner la comida en la mesa. Mikhail y Aiden en el patio trasero, mamá bajando las escaleras, y yo con la mano en el pomo de la puerta. A punto de abrir.
—Alec—lo llamo dado que se encontraba de espaldas.
Cuando se da vuelta me doy cuenta que lleva una sonrisa tensa, como si..algo le incomodara ¡Mierda! De seguro se ha arrepentido.
—Hola.
<<Si ser hermoso fuese un delito, ese chico ya estaría en prisión hace rato>>
—Pasa—me hago a un lado dándole espacio.
No trajo rosas, ni nada, menos mal, mamá las detesta y papá considera eso un punto menos, lo considera hipocresía, ganarse al suegro.
Deja su abrigo en el perchero y nos vamos directo al comedor, en dónde nos esperan mis padres y hermanos.
Primero nuestra atención va a los menores. Aiden saluda con un frío asentimiento de cabeza (luego se la voy a cobrar) y Mikhail un poco más alegre.
Y luego, mis padres.
Todo atisbo de sonrisa en mi padre, se esfuma. Mamá con sus ojos bien abiertos ante la sorpresa. Alec, peor que antes.
—¿Todo bien? —pregunto bastante perdida.
—Sí—se apresura mamá—No demoremos mucho—desvía su mirada a la mesa, a cada plato—o se puede enfriar.
Papá sigue pasmado. Alec inmóvil.
¿Qué sucede? ¿por qué siento como si sobrara aquí?
Nos sentamos queriendo pasar ese "pequeño" inconveniente, en alto.
La comida iba a ser tranquila. Esperaba incluso el interrogatorio de papá. Y sin embargo…nada de eso pasó.
Silencio.
Maldito silencio.
Esto no está saliendo de acorde a mis expectativas. Y ya me cansé de la tensión.
—Bueno, ya—dejo los utensilios en la mesa sin intención de ser delicada—¿Me pueden decir qué demonios les sucede?
Me llevo miradas de todos los comensales, mis hermanos sorprendidos, pero ni mis padres ni Alec lo están.
—¿Y bien? —insisto cuando no responden y siguen comiendo como si nada.
Mamá le toma la mano a mi padre y la aprieta. Él, cierra los ojos y deja el tenedor en la mesa, mastica y traga hasta que ya no le queda nada por digerir.
Abre sus ojos y nos mira. Y luego mira a mis hermanos.
—Chicos, déjenos solos con su hermana y Alec.
Su nombre salió con pesar, como si decirlo le causara dolor.
Ambos se levantan sin articular palabra. Aiden me mira con complicidad giñándome un ojo.
Una vez los cuatro solos. Espero una explicación por sus actitudes. Sin embargo, veo como papá se pone de pie. Mamá hace lo mismo, y como consiguiente, mi acompañante y yo, imitamos.
—Alec, acompáñame a mi oficina por favor.
No rechista, camina detrás de él y lo sigue.
—Mamá—la miro en seco—¿Qué sucede? ¿Por qué se comportan así?
En respuesta, se acerca con una sonrisa, acaricia mi mejilla y deja un beso en mi frente.
—¿Por qué no me dicen nada? Si no les cae bien, díganlo y ya.
—Es un buen chico.
—¿Y papá reacciona así al ver que es un buen chico?
—Creo que esto ha sido el destino. ¿No te acuerdas de verlo antes?
—No lo sé, yo…por momento sus ojos me parecen haberlo visto antes, pero... ¿Qué con eso?
—Clary, ¿Alguna vez le dijiste tu apellido?
—Jamás, no sé me ocurrió preguntarle, la verdad, ¿Por qué reaccionan así?
—Es Alec Sayer. Era el mejor amigo de Daxen.
Oh. Por. Dios.
Trago con dificultad ante la impresión.
—Creo que ambos deben hablar.
Vaya que sí.
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Clary ✅ (#3)
Non-Fiction«Supongo que el sufrimiento es parte de la vida, ¿no? Dicen que lo que no te mata, te hace más fuerte. Vaya que lo sé» © Todos los derechos reservados