Clary ✅ (#3)

Capítulo 34

Clary

—Buenas noches—saluda simpático.

—Hola—sonrío—¿Hablará de política?

Ríe abiertamente y pone el auto en marcha.

—¿Realmente quieres hablar de eso? Porque no voy a callarme.

—A ver si estamos de acuerdo.

—Está bien, pero antes dime por dónde prefieres ir. Acortamos camino, o vamos por esta misma calle.

—Mientras no pasemos por un lugar oscuro.

—Por esta, entonces.

Sonrío y le mando mi ubicación actual a Jay, justo antes de quedarme sin batería.

Mierda.

—¿Chica?

—¿Sí?—lo miro.

—¿Le has enviado tu ubicación a alguien?

—Sí—respondo confusa.

—¿Llevas gas pimienta?

—No...

—¿Kit de defensa?

—Tam... ¿Por qué lo pregunta? ¿Acaso me va a secuestrar?

—No—sonríe melancólico—. Ojalá y Dios no lo permita, pero...grita, niña—veo como le cae una lágrima—. No te calles, ¿De acuerdo? Nunca.

—De acuerdo, pero...—frunzo el ceño—¿Por qué me dice eso?

—Porque mi hija apareció muerta hace poco. Quiero pensar que ella...se defendió hasta el final.

Cubro mi boca con ambas manos.

—Lucha, no dejes de hacerlo, ¿Me oyes? Es jodido que esta sea la vida que tengan que llevar, pero...ya ni horario tienen. Te dañaran a las diez de la mañana, a la seis de la tarde, o diez de la noche.

—Yo....lo siento mucho, de verdad.

—Sí....yo también.

—No te he visto en las noticias.

—Mi mujer apareció, yo no pude con tanto. Ahí me di cuenta que no soy tan fuerte como creí—besa dos de sus dedos y toca la foto de una niña que colgaba de su espejo retrovisor.

Hijos de puta.

—Y llegamos, serían ocho dólares.

Saco mi billetera y le entrego veinte.

—Quédate con el cambio.

—Cuídate.

—Gracias.

Me bajo y comienzo a buscar mi llave dentro de mi mochila, en lo que cruzo la calle. Él no se va.

Me acerco a mi casa y lo escucho marcharse.

Remuevo entre las cosas, hasta meter la mano al fondo y la encuentro. La saco, y se me cae.

—Mierda.

Me agacho para tomarla cuando escucho los frenos de un auto, y como una puerta se abre. Por instinto me levanto rápidamente, y sin mirar quien se baja, me apresuro a llegar a la entrada y así abrir las rejas.

De pronto, cuando estoy a nada de poner un pie dentro, dos brazos me rodean de atrás, levantándome del suelo.

—¡No! ¡Déjenme!—me muevo en lo que camina hacia aquel auto—¡Ayuda!

Las llaves se me caen junto a mi móvil.

Veo a papá a lo lejos, observando las flores. Tan abstraido de su alrededor.

—¡PAPI! —grito con todas mis fuerzas.

Un patadón en mi espalda hace que silencie.

—Habla una vez más—masculla en mi oído apretándome—, y te juro que te mato.

Me empuja a la camioneta y arranca mi bolso de mis manos dejándolo fuera de mi vista.

¡NO!

No otra vez. El miedo se apodera de mí.

Las puertas se cierran y el coche se pone en marcha a velocidad luz.

Un disparo y un dolor en mi brazo, me aturden. Miro el lugar proveniente, con lágrimas en mis ojos. Sangre sale de mi brazo, tanta sangre que...mi cuerpo cae hacia un costado, hundiéndome  en la inconsciencia.