Capítulo 19

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Clary

Los rayos de sol iluminan mis ojos, haciendo que los abra.

Me oriento luego de unos segundos. Estoy en la sala. En el sofá. Cubierta con una manta y....

Alec está a mi lado. Elevo mi cara hasta ubicar su semblante. Tiene sus ojos cerrados, su respiración calmada. Las pestañas son ideales, ni muy grandes, pero tampoco pequeñas, punto exacto. Una piel que envidio. Y ahora, lo detallo más y más. Su cabello ondulado y rebelde. Sus cejas perfiladas y un poco gruesas, el tamaño ideal.

<<Bueno, sin presión, pero…a mí me gustaría ver el tamaño de otra parte de su cuerpo, ya sabes, se encuentra entre medio de sus piernas>>

Ignoro a mi conciencia y sigo inspeccionándolo.

Unos labios que ahora me doy cuenta, son más lindos de lo que veía. La nariz que dónde se le quiera ver, es perfecta.

<< O tú estás demasiado enamorada para no admitir que realmente, su perfil derecho, no es el mejor>>

Es real, y por eso me gusta.

Me asusto cuando abre uno de sus ojos de golpe. Escondo mi cara en su pecho, como si así pudiera borrar lo que había estado haciendo unos segundos antes, pero suelta una pequeña risa ronca que me pone los pelos de punta.

—Por mí sigue, ¿eh? No me quejo.

—Te odio—susurro contra su playera.

—Yo no.

—¿Me dormí demasiado rápido?

—No en realidad. Pero sí se notaba que estabas muy somnolienta.

—¡Oh por Dios! —me siento de golpe abriendo mis ojos ante el pavor —. Mis papás han de haber llegado y.… seguramente nos vieron, ¡Van a echarte! —lo miro impactada —. Luego me regañarán, aunque no tendrían porque, no estábamos haciendo nada indebido, ¿Cier...?

Y me veo interrumpida a mitad del ataque de nervios cuando junta su boca con la mía, y así logra callarme.

El mismo cosquilleo de anoche recorre mi cuerpo. De solo juntarlos, los separa, aviva aquel beso y yo me relajo. Pero no dura mucho, ya que la incomodidad porque en cualquier momento aparezcan mis padres, me pone en alerta.

Suspiro lentamente y pega nuestras frentes.

—Ellos no tuvieron problema. Han dicho que no estábamos haciendo nada que una pareja no haga.

—¿Qué? Pero si no somos pareja.

—Pero podríamos serlo.

—No lo negaste, ¿Verdad? —me cruzo de brazos.

—Ellos me adoran, así que no pidieron tantas explicaciones ni me hicieron un interrogatorio.

—Supongo que porque ya te conocen.

—¿Qué puedo decir? Los enamoré con mi encanto—dice con aire orgulloso.

—¡Buen día, tortolitos! ¡La tierra les dice Hola! —grita Mikhail espantándome.

—¿Hay necesidad de gritar? —indago aún con el corazón en la garganta, y él se encoge de hombros sin traspasar el arco de la sala. Se da vuelta y nos deja solos.

Clary ✅ (#3) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora