Capítulo 3

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Clary





Miro el móvil que sigue en la cama, con su número a simple vista. Tranquilamente puedo marcarles, pero ¿Qué caso tendría? Él no contestaría mis llamadas. Nunca lo hace.

Normal, ni siquiera fue capaz de cumplir aquella promesa. La de que jamás me dejaría sola.

—A la mierda—tomo el aparato y aprieto “llamar”

Un tono.

Dos tonos.

Tres tonos y…

Buzón.

¿Dejar un mensaje de voz? Bien, con suerte podrá escucharme. Dónde sea que se encuentre, no…pierdo nada… ¿cierto?


Hola. Otra noche más sin ti. Si digo que no duele, sería una vil mentira, porque lo hace, pero...a ti se te olvidó esa parte, ¿no? Pensar en otros y no solo en ti. Pero soy fuerte, Daxen Afacán—la voz se me quiebra—. Lidie con mucha mierda desde pequeña. Debería acostumbrarme a tu ausencia. No lo hago, de hecho, llevo once putos años sin hacerlo—quito mis lágrimas—Te extraño, es verdad, lo hago.  M-me haces tanta falta —sollozo—. Eras mis expectativas, y tal vez ese fue el problema. Buscando un hermano mayor, con la idea de que me protegería, lastimaría a quienes lo hicieron conmigo. Eras la clase de hermano que quería. Pero por supuesto, no te llevó mucho mandarlo todo al carajo y lastimarme.


Cuelgo la llamada y tiro el móvil lejos de mí. Esto ha sido ridículo. Cubro mi cara con la almohada, y grito.

La puerta es golpeada dos veces.

—Pasa—contesto más seca de lo que me habría gustado.

—De acuerdo, cascarrabias—asoma su cabeza mi hermano mayor—. Sigues gritando, acabarás por destruir completamente tu voz.  Y no queremos eso, ¿verdad?

Como única respuesta, le tiro el cojín que anteriormente había utilizado para descargarme.

—¡Ya! —se hace a un costado esquivando el golpe— ¡Por Dios! —sale de mi habitación entre risas— ¡Baja de una vez! ¡Paulina y Jayden vinieron!

Salto de mi cama y me apresuro a salir. Bajo corriendo las escaleras.

—¡Ey! —me sigue detrás.

Me adentro a la cocina y allí los veo. Pero no vi a quienes mi hermano me dijo. No. Eran Pia y Jace, con sus dos hijos.

—¿Cómo está la sobrina más bella del mundo? —mi tía me extiende sus brazos con una amplia sonrisa.

Mis pies no pueden moverse. Llevaba años sin verlos. A lo sumo por video llamada, pero no más que eso.

—Necesito mi abrazo antes que aparezca Paulina con su primo.

Con lágrimas en mis ojos, voy hasta ella y la abrazo.

—Mi sobrina preferida—susurra en mi odio a la vez que frota mi espalda.

No sabía cuánto necesitaba sus abrazos hasta ahora.

—Te extrañé—admito en voz baja—. A los cuatro.

—Nosotros también. Pero aquí estamos—se separa de mí borrando aquellas gotas saladas que previamente derramaron mis ojos.

—¿Para tu tío no hay nada? Digo, siempre habrá favoritismo, pero intenta ser más discreta.

Rio y voy con mi tío Jace.

Mamá y papá están afuera, en el porche, ajenos a el reencuentro, es como si llevaran una discusión, y puedo darme una idea del qué.

—Pronto las cosas cambiarán. Tengo fe en eso—dice Mikhail a mi lado.

—¿Y tú de dónde saliste?

—Siempre estuve, pero como nuca soy tu prioridad, ni te das cuenta que estoy—se aleja.

—¡Por favor! ¡Madura!

—¡Madura tú!

—¡No, tú!

—¡Madure los dos! —interviene nuestro primo sin desviar sus ojos del móvil.

Mi hermano y yo comenzamos a reír, tío Jace le jala el cabello a mi primo, y este ni apunte le lleva.

Poco después llegaron mis demás tíos. Paulina y Jayden vinieron a pasar una temporada aquí. Tía Chanel no ha podido venir, y si debo ser sincera, hace meses que no la veo.

Estábamos cenando, y aun así, me sentía incompleta.

El nudo en mi estómago me quitó el apetito en lo que tía Pia y Jace, hablaban de su vida en Francia.

Miro mi plato de comida intacto. No tengo apetito.

Una mano se apoya arriba de la mía y observo a mi derecha, Aiden me dedicaba una mirada triste, aquella sonrisa dulce. Él me entendía, sabía por qué estaba así.

—Provecho—digo a los demás para ponerme de pie y salir al patio trasero.

—Disculpen—oí a mi hermano antes de seguirme el paso.

Me siento en una de las escaleras, aún bajo el porche, y miro la noche. Calurosa. Pleno verano.
Aiden se coloca a mi lado sin articular palabra. Él solo está haciendo lo que sabe hacer de maravilla cuando de estos momentos se trata. Permanece en silencio haciéndome compañía.

Dejo mi cabeza apoyada en su hombro y él me rodea la cintura con uno de sus brazos. Posa sus labios en mi cabellera dándome un pequeño beso. Y esa acción es como un deja vú. Lo viene haciendo siempre, y, aun así, hoy, esa acción, duele.

—Lo e-extraño—hipeo.

—Lo sé, hermanita—me aferra a él con más fuerza—. Lo sé.










♪♪♪♪♪

Aiden y Clary son muy lindos.

¡HAY TANTOS CAMBIOOOOOOSSSS!

Clary ✅ (#3) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora