Capítulo #2: Golpe de recuerdos

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Adriano

El cabello negro y lacio de Genevieve resbala en mi mano mientras la tomo por detrás sobre mi escritorio. Su espalda está sudada por debajo de su camisa fina, y la saya está enroscada a la altura de su cintura. Esa visión aumenta mi morbo y me vuelve aún más violento y duro.Al terminar, tiro el condón a la basura y me acomodo el pantalón del tarje. Ella se peina como puede con sus dedos y me da una sonrisa satisfecha.

—Nos vemos en la casa, guapo—se despide con un beso y yo continúo con mi trabajo.

Estar con Genevieve es sencillo y me ha ayudado a centrar mi cerebro en algo más que no sea la empresa. Después de regresar a Italia, ella me buscó. Creía que aún era el jovencito con el cual se divirtió hace unos años, pero le demostré que me he convertido en un hombre muy diferente. He descubierto que no amo a Genevieve, nunca la amé, solo estaba obsesionado con ella en aquel entonces. No sé si somos una relación ahora mismo, pero llevamos juntos unos meses. Es difícil estar solo, necesito algo que me distraiga después de tanto trabajo y ella ha sido esa distracción para mí.
Después de todo lo ocurrido en Francia, me he refugiado en mi trabajo. Tuve una idea muy brillante para no dejar de lado la empresa y aún así seguir mis sueños. Ahora somos la Empresa de Cuadros y Academia de Pintura “Memorial Paint” de Italia (ECAPI), la única academia y empresa mixta del país.No he dejado de pintar, promociono mis cuadros en la misma empresa. En teoría, es la empresa de mis padres, solo que cambié los diseños de interiores por cuadros de pintura, mis cuadros y los de mis estudiantes. El negocio ha ido genial en estos años y la academia es una de las mejores en su relación calidad-precio. Pensé en todas las personas que no pueden desarrollar su talento por falta de dinero, así que el curso de academia es para todas las edades y bastante barato. Además tenemos una inscripción para becas gratuitas basados en el envío de cuadros de tema libre.

—Hola, desgraciado—entra en la oficina Luciano con su sonrisa de Playboy.

—¿Sabes que puedo llamar a seguridad por entrar sin anunciarte antes?—le digo sin levantar mis ojos de los formularios que completo.

—Uy, lo siento señor Coppola—se burla y se sienta frente a mí.

—¿Qué quieres, Luciano?

—¿Esa que vi salir de aquí, con cara de haber echado un polvo, era Genevieve?—pregunta con una sonrisa cómplice.

—Ya lo sabes, ¿Para qué preguntas?—respondo con la misma sonrisa.

—Eres un maldito, ¿Por qué no le pides salir de una vez? De todas maneras, siempre están juntos.

—¿Quién ha dicho que quiero una relación formal con ella?—me defiendo.

—Tienes razón, esa mujer no es para compromisos, pero está muy buena. Eres afortunado de poder estar con ella, tienes el arte de enganchar a las mujeres.

—Tú también lo tuvieras si supieras ligar. ¿Qué quieres, Luciano? No puedo perder el tiempo hablando de Genevieve, estoy muy ocupado.

—Nada, tío. Venía a informarte que ya han llegado los cuadros de las becas. Puedes ir a verlos, pero busca a Martin para que te muestre, yo ya he terminado por hoy—informa poniéndose de pie y acercándose a la puerta.

—¿Quién dijo que has terminado por hoy? El jefe soy yo—lo molesto en broma y empieza a reír.

—Jefe mis cojones, llevo aquí todos el día.

—Vale, desaparece ya de mi vista—espeto y me saca el dedo del medio antes de abandonar la oficina.

Cuando termino con mi trabajo, aflojo el nudo de mi corbata y miro la hermosa ciudad de Roma desde mi balcón. Me sirvo un poco de whisky, el elixir se desliza por mi garganta dejando un ardor delicioso por su camino. Pensé que cuando tuviera mi academia, sería más... feliz. Sin embargo, tengo la sensación de que algo no está bien. No estoy completo, me falta algo. Me falta alguien.

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