Capítulo #8: El director

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Camille

No me lo puedo creer. Viajé hasta aquí con el miedo de volverlo a ver y resulta que es el dueño de la Academia. ¿Qué haré ahora? Lo tendré que ver a diario, no quiero. Supongo que podría evitarlo y huir en la dirección contraria todo el tiempo. Aunque será difícil hacer eso durante todo el año que estaré aquí.¡Ugh! ¡Maldito universo! ¿Por qué? ¿Por qué pasa esto ahora, después de tanto tiempo?Este primer día no ha sido para nada como lo imaginaba. Prácticamente salí corriendo de la Academia para evitar verlo, así que me perdí una gran parte del tour inicial.

Al llegar a mi apartamento, recibo un mensaje de la compañía de mudanza de Lyon. Resulta que pedí que trajeran hasta aquí mi auto. No puedo estar todo el tiempo trasladándome en taxi. No tengo ni dinero, ni ánimo para permitirme eso.Busco un cigarrillo y me siento en el balcón, dejando que la brisa me seque el cabello mojado. Con la laptop en las piernas, llamo a Georgie, necesito hablar con alguien. En momentos como estos, echo mucho de menos a mamá.

—¡Hola, hola!—me saluda con entusiasmo, está en su oficina.

—¿Aún estás trabajando?—es raro que esté en el trabajo a estas horas, no es típico de ella.

—Sí, tenía algunas cosas que arreglar—se excusa un poco nerviosa y no puedo evitar dibujar una sonrisa.

—Ya, claro. O tal vez estás ahí por...—empiezo a molestarla y alzo mis cejas.

—Para con eso o colgaré—me riñe muy en serio y doy una calada al cigarrillo con calma.

—Vale, no te enojes—digo y expulso el humo de mis pulmones—. Te llamaba para contarte algo muy importante-se relaja en su silla al escucharlo, sé que le encanta que tenga algo que contar, seguro esto no lo espera.

—Uy, tan pronto chismes de academia, me gusta.

—Es un muy buen chisme—añado.

—Deja de hacerme esperar, habla—espero unos segundos en silencio y luego hablo.

—Adivina quién es el director de la academia—le pregunto y ella frunce el ceño, como si no entendiera.

—No tengo idea—responde y se echa hacia adelante, aún con su expresión pensativa.

—Piensa bien, te doy un tiempo—digo y doy otra calada, dándole un tiempo a Georgie, que sonríe entretenida por mi juego. Luego su expresión cambia, deja de sonreír y da un golpe en el escritorio con las palmas abiertas, ya sabe de quién hablo.

—¿No?—exclama con los ojos muy abiertos y yo asiento lentamente.

—Exactamente—confirmo y ella pasa sus manos por el cabello, incrédula.

—¿Lo viste?

—Casi me pilla en su oficina y me escondí—le cuento y arquea una de sus cejas, curiosa.

—¿Qué hacías en su oficina?

—No sabía que era su oficina—digo con sinceridad—.  ¿Cómo iba a saber que era el puto director de la academia?—aún no me creo que esto esté pasando.

—Ahora tendrás que verlo a diario—me recuerda lo que ya sé y apago el cigarro en el cenicero a mi lado.

—¡Mierda!—maldigo en voz baja y con los dientes apretados.

—Oye, Cami—me llama y ya no hay diversión en sus ojos—. ¿Debería estar preocupada por Enzo?

Su pregunta me toma por sorpresa. No creo que Adriano suponga un problema para mí relación con Enzo. Por mucho que me moleste su presencia, solo siento rencor... o eso creo.

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