Capítulo #10: Estoy perdida

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Camille

Creía que después de hacer las paces con Adriano y quedar como amigos, mi estancia aquí no sería tan incómoda, pero me equivoqué grandemente. Han pasado unas semanas desde que nos vimos en la cafetería y no puedo decir que han sido días tranquilos para mí. No dejo de buscarlo con la mirada adónde sea que vaya. Me lo encuentro en todas partes de la Academia. Me he descubierto a mí misma observándolo sin que lo note, cuando llega a la empresa, cuando se va, cuando habla con ella. Mi cabeza no deja de dar vueltas sobre las preguntas que hizo en la cafetería con respecto a nuestro pasado.¿Por qué? ¿No se supone que me dejó por ella? ¿No debería estar feliz? ¿Cómo puede decir que no me ha superado? ¿Y que es eso de "la verdadera razón por la que se fue"?

Hay algo extraño en esto, pero es algo que no estoy dispuesta a sacar a la luz. Mis días de hacerme la cabeza agua por culpa de Adriano Coppola quedaron detrás hace mucho tiempo. Ahora solo es el jefe de la academia donde estudio, nada más que eso.Un jefe muy guapo. Me recuerda mi subconsciente y lo aparto aunque tenga razón. Ha cambiado mucho, ya no es aquel joven extrovertido y risueño de hace dos años. Ahora es serio, de semblante duro. Su sonrisa no es tan inocente como antes, sino que es sensual y varonil, puede derretir a cualquiera.
Me acomodo el holgado vestido mientras camino con rapidez por el lobby de la academia, mis tacones resonando en el piso de mármol. Subo al elevador y pulso el número del piso al que me dirijo. Antes de que las puertas cierren, una mano las detiene y Adriano está ante mis ojos en un traje azul marino que resalta sus ojos, si pueden ser más llamativos.

—Buenos días—saluda sin mirarme una vez está a mi lado.

—Buenos días—respondo con la misma educación.

—Hace días no te veo—comenta al cerrarse las puertas.

—He estado ocupada, con la pintura—me limito a decir.

—Sabes que no debes esforzarte tanto—comenta y me mira por un segundo escaso—. Eres mi amiga, así que tienes privilegios aquí—esta vez me volteo yo a mirarlo.

—No necesito tu influencia en mi profesión—le informo cortante—. No es de tu incumbencia y no lo permitiré—voltea sus pies completamente hacia mí y me observa desafiante.

—Te recuerdo que soy el jefe—dice y se acerca a mí rostro, demasiado—. Acostúmbrate porque haré muchas cosas por tí.

—¿Por qué?—pregunto y se queda en silencio—. ¿Por qué después de estos años, quieres acercarte otra vez a mí?—indago buscando algo en esos ojos azules únicos, queriendo calmar todas las dudas que me surgen.

De repente se acerca más e inhala fuertemente el aroma de mi cabello. Quizás debería empujarlo, pero no puedo, pues su olor también me invade, haciendo que millones de recuerdos regresen tan rápidos como un rayo. Aún usa el mismo perfume embriagador.

—Porque ese olor—susurra en mi pelo y agarra mi cintura con una mano para acercarme más a su gigante cuerpo—. No puedo sacarlo de mi mente desde que llegaste.

Me dejo llevar por las sensaciones que me provoca su cercanía, cuando usa sus dedos para acariciar mi nuca muy levemente, solo la roza y mi piel se pone de gallina. Pero rápidamente salgo del trance y lo aparto de mí.

—Deja de jugar conmigo—advierto con seriedad y para mi suerte las puertas del elevador se abren. Permitiendo que salga del mismo mientras él se pasa las manos por el cabello corto y suspira.
Salgo un poco irritada, tensa y acalorada de ese ascensor. ¿Qué ha sido eso? Me cuesta respirar después de lo que ha ocurrido, pero mis sentimientos son un torbellino de confusión. Estoy... enojada, pero me sentía como en casa mientras lo tuve cerca. Me encuentro con Lae por los pasillos. Se acerca a mí con alegría y los brazos extendidos.

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