Capítulo #17: El pasado sale a relucir

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Adriano

Pues, la felicidad dura poco. Así es la vida, así lo ha sido a lo largo de la historia. Cuando tu vida está transcurriendo demasiado tranquila, y te paras a observarla, para decir: oye, soy demasiado feliz. Solo debes esperar que el el universo te escuche, porque seguro hará algo para que no lo seas más en ese momento. A lo largo de mi vida, he podido demostrar esta teoría una y otra, y otra vez.Por ejemplo, en este preciso instante, creía que el mayor problema en mi vida, era intentar hacer que Camille viniera a vivir conmigo. Toda la semana desde que regresamos de París, ha sido mágica para mí y justo cuando pienso estar en una nube de éxtasis, Luciano entra en mi oficina con una carpeta de documentos en la mano que gritan: ¡Problemas, problemas!

—Tenemos que hablar—dice nada más pone un pie dentro.

—Se vale tocar—bromeo, pero por la manera en que ignora mi provocación amistosa, lanzando la carpeta frente a mí en el escritorio, sé que no está de humor—. ¿Qué es esto?—pregunto y abro la misma con curiosidad.

—Eso, son las cuentas de la empresa y la academia en los últimos tres meses—comienza a hablar y se sienta tranquilamente—. Resulta que desde ese tiempo, han estado faltando inversiones. Por eso has tenido que poner de tu bolsillo en unas cuantas ocasiones. Lo han estado desviando a otro sitio, amigo—mientras habla observo los papeles, tiene razón, se ha acumulado una gran cantidad de dinero faltante en estos últimos meses.

—¿Cómo no he visto esto antes?—pregunto con el ceño fruncido, algo aquí no encaja.

—Supuestamente, Martin se ha estado encargando de eso desde que llegó, es su trabajo—me cuenta y luego de ríe—. Ahora, o no lo vió o no te contó—por si tono irónico, no me cuesta deducir lo que está insinuando.

—¿Estás queriendo decir que Martin está robando los recursos de la empresa?—pregunto y él levanta sus manos en defensa.

—No quiero hacer falsas acusaciones. Sé la estima que le tienes al señor Chavalier—se excusa y luego se inclina hacia adelante, muy serio—. Pero es demasiada casualidad que esto empezara a suceder  justo cuando él llegó—continúa y planta la duda. Coloco mis manos bajo mi barbilla, mientras pienso qué hacer para llegar al fondo de todo esto.

—Ven conmigo—digo después de un rato en silencio y salgo caminando con él detrás, la maldita carpeta en mis manos.

Nos encaminamos a la oficina de Martin. Estoy enojado, dándole vueltas a cada una de las posibilidades. Miles de pensamientos cruzan mi mente y ninguno es agradable. Martin está sentado, escribiendo en algún informe.

—Adriano—me saluda con una sonrisa y lanzo la carpeta frente a él, que me observa extrañado.

—¿Me puede decir que es esto, Martin?—pregunto directamente y él abre la primer página para darle un vistazo fugaz.

—Si me dices qué estoy mirando, lo haría—comenta con sarcasmo.

—Son las cuentas de los recursos gastados en los últimos tres meses—comienzo a explicar—. Informes que se supone, tú supervisas, ¿verdad?

—Sí, ¿Qué pasa con ellos?—pregunta como si no entendiera el motivo de mi enfado.

—Lee por favor, y verás—le hago un gesto con la mano y comienza a leer, puedo ver cómo frunce el ceño a medida que observa—. ¿Ves el problema?

—Adriano, no tengo ni idea...

—Ahórratelo, Martin. No puedes esperar que me crea que no sabías nada. ¿Por qué no me has avisado?—lo interrumpo y se pone de pie con furia.

—¡No sabía! Estos meses he dejado este trabajo a manos de él—señala con una dedo a Luciano que frunce el ceño—. Quizás pueda darte la respuesta que buscas para estos desvíos—continúa soltando la papa caliente a las manos de Luciano, que ahora está furioso.

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