Capítulo #9: ¿Amigos?

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Adriano

Han pasado unos dos días desde que Camille escapó de mí. No entiendo por qué se comporta tan distante conmigo. Sé que le hice daño, pero han pasado dos años. ¿Aún me guarda tanto rencor?Sea como sea, no desistiré en mi intento de acercarme a ella. Si continúo buscándola fuera, solo correrá en la dirección contraria, así que he pensado en algo que puede funcionar. Aún recuerdo el día que fui a buscarla en su taller, cuando me marché a Italia sin avisar. Estaba muy enojada, pero aún así, accedió a hablar conmigo. Espero que el día de hoy pase lo mismo, pues daré la clase personalmente en su salón. De esa manera, no tendrá el valor de ponerse de pie y marcharse enfrente de todos. ¡Qué ingenioso soy!  Me digo a mí mismo y entro al salón con una amplia sonrisa mientras desabrocho el botón superior de mi camisa. Esto será interesante y debo admitir que me divierte.

Mientras camino al frente del salón, todos me miran con atención. No es común ver al director en una clase, así que están un poco asombrados aunque intentan disimular con lo que sea que están pintando. No es nada bueno que Genevieve sea la profesora de Camille, aunque claro, ellas dos no se conocen y prefiero mantenerlo así.

—Genevieve, me encargo a partir de aquí de la clase—le susurro, asegurándome que Cami no escuche el nombre, mientras ella pinta en el caballete.

—De acuerdo—cede ella con el ceño fruncido después de analizarlo unos segundos. Agradezco que no me haya preguntado por qué, pues tendría que haberle contestado mal y no quiero arruinar mi buen humor.

Me pongo de frente a todos y busco con mi mirada a Camille. Está en uno de los últimos asientos, a penas logro verla detrás de su caballete, tengo la sensación de que se esconde de mí detrás del mismo y me resulta gracioso, como si eso me detuviera.

—Buenos días, clase—digo en voz alta.

—¡Buenos días!—responden todos al unísono en un perfecto coro.

—El día de hoy estaré realizando un proyecto especial—comienzo y camino de un lado a otro por el salón—. Quisiera ver el talento que tienen cada uno de ustedes, conocerlos un poco mejor. Para eso, estaré impartiendo la clase de hoy y les asignaré una pintura que estaré revisando al rato. Saquen los lienzos que están usando y coloquen uno limpio, por favor.

Todos me obedecen al instante. Guardan silencio y prestan atención a mis palabras. Vuelvo a posar mis ojos sobre ella que no me mira ni un segundo, pero obedece sin rechistar.

—De acuerdo. Primero hablemos un rato. Quiero que, uno a uno, me digan el género con que se sienten más familiarizados—señalo a uno de los estudiantes con mi dedo—. Usted... el chico rapado.
Así comienzan a contarme acerca de sus estilos preferidos. La mayoría se centran en retratos o paisajes, alguno que otro prefieren las caricaturas o algún otro estilo aburrido. Por fin es su turno y la llamo con una sonrisa involuntaria.

—¿Usted, la chica del cabello corto?—le digo y alzo mi ceja.

Me dirijo a ella y puedo ver cómo se sonroja ante la atención de todos. A una velocidad increíble, su expresión cambia de vergüenza a seguridad absoluta. Ha cambiado en ese aspecto, pues ahora es muy segura de sí misma y eso... me gusta incluso más.

—Mi preferencia es el arte abstracto—responde en voz alta.

Abstracto... eso no ha cambiado.

—Vaya, eres la única con ese estilo por aquí. ¿No te causa nervios?—pregunto caminando un poco hacia ella, para observarla más de cerca. Espero que se tense ante mi cercanía, pero no lo hace, sigue con la vista al frente y ni siquiera me mira.

—La verdad no, me siento bien con ser la única.

—Muy segura—susurro a su lado, para que solo ella me escuche, respirando con dificultad—. Entonces aquí les va la dinámica de la clase hoy—continúo y me alejo de ella con una sonrisa mientras me dirijo al frente del aula, dándole la espalda—. Tendrán que pintar sobre otro tema, contrario al que acaban de mencionar—informo en voz alta y todos murmuran nerviosos.

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