Capítulo #6: La academia de pintura "Memorial Paint"

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Camille

¡Wow! Es todo lo que puedo pensar una vez subo en el autobús que me llevará a mi nuevo hogar en Roma. La ciudad es todo lo que esperaba, incluso mejor. Nunca he salido de Lyon, pero ahora estoy aquí, en Italia-Roma para continuar con mi sueño. Llego a mi apartamento. Es un alquiler barato, no puedo permitirme nada más. Aunque la verdad, no me importaría dormir así sea debajo de un puente mientras esté haciendo lo que me gusta. Esto es un nuevo comienzo para mí y nada puede cortar mi inspiración.

Limpio un poco y ubico mi ropa y demás cosas  a mi gusto. Al concluir, mi celular comienza a vibrar sobre la mesa. Es papá, genial, necesito hablarle sobre su falta de despedida al aeropuerto.

—¿Qué?—contesto con sequedad, pues estoy muy molesta con él por no ir a despedirme en el aeropuerto.

—Cami, ¿cómo llegaste?—pregunta en casi un susurro. Por su voz y manera de hablar, sé que acaba de despertar.

—¿Ahora te importa?—espeto y luego suspiro para calmarme—. ¿Dónde estabas papá?

—Lo siento—murmura con culpabilidad. Ni siquiera se inventó una excusa. ¡Eso es incluso peor!

—Me hiciste una promesa, papá. ¡Que pronto la has roto!—exclamo en voz baja, un poco decepcionada. En el fondo sabía que no la mantendría, el alcoholismo no es algo que se deje así de fácil.

—Lo sé, lo lamento. Pero esta vez será diferente, esta vez lo haré bien—me promete una vez más y niego con mi cabeza.

—Ya no puedo creerte—me sincero y siento que suspira al otro lado de la línea.

—Entonces, ¿Qué te parece Roma?—cambia el tema drásticamente después de unos segundos en silencio.

—Es fantástico. Todo es tan... precioso. Ni siquiera puedo explicarlo—cierro mis ojos y aún veo el coliseo frente a mí cuando venía en el autobús.

—Puedo imaginarlo—comenta y me siento triste de que no pueda verlo.

—Te encantaría.

—Creo que si ahorro el salario del trabajo, puedo ir a visitarte antes de que termines la beca en la academia—propone y la idea me hace feliz. Pero será difícil para él ahorrar si gasta todo el dinero en vodka.

—Sería estupendo—lo animo pero entonces escucho una voz masculina que lo llama. Espero que no sea uno de sus compañeros de parranda.

—Me tengo que ir—dice.

—Vale, cuídate—me despido—Piensa en lo que te dije, papá—añado casi en súplica.

—Te quiero—se despide ignorando y finaliza la llamada.

Salgo al minúsculo balcón que tiene mi apartamento. No es lo suficientemente espacioso para que quepa nada, excepto una persona de pie, pero es más que suficiente. Estoy hospedada en uno de los lugares menos ricos de la ciudad en cuanto a vista. Aún así, las vistas son sencillamente paradisíacas. Miro el cielo despejado y suspiro de alivio. Aparte de la academia y la pintura, también necesitaba este tiempo a solas. Me estaba empezando a sentir un poco asfixiada por Enzo, viviendo juntos, su idea de proponerse. Esto fue un escape de la realidad, un escape que ansiaba. Toda mi armonía se rompe cuando mi celular suena en una notificación.

Enzo: Mi amor, ¿Qué haces?

Yo: Acabo de organizar todo.

Enzo: Voy a hacerte videollamada.

Sin darme chance a responder, la pantalla se ilumina con la videollamada entrante. Pongo mis ojos en blanco y libero el aire de mis pulmones, en un intento de cambiar mi expresión de disgusto.

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