Adriano
Después de tantos años sin reunirnos, el abuelo ha decidido que es hora de hacer una cena familiar. Odio este tipo de reuniones. El abuelo lo único que hace es hablar de la empresa y de dinero. Él fue otra de las razones por las que me marché de Francia para siempre. Porque vivía molestándome con la empresa, diciendo que papá hubiera estado decepcionado por mi forma de dirigirla. Ahora que cambié su estructura y vamos bien de dinero, no deja de hacerme elogios por mi trabajo, sintiéndose de alguna forma merecedor del mérito por lo que he logrado.
—¿Qué haces aquí, tío?—me volteo y encuentro a Giovanni detrás de mí.
—Pensando—le digo y lanzo el cigarrillo al suelo antes de aplastarlo.
—¿En qué?—insiste el niño.
—En las decisiones que tomamos.
—¿Como tu decisión de fumar aquí, aún sabiendo que el abuelo lo detesta?
Me río un poco de lo que dice. Giovanni es muy listo para tener nueve años, incluso es un poco mezquino y sarcástico. Es una de las razones por las que me llevo tan bien con él.
—El abuelo no tiene que saberlo todo. Además no me refería a esas decisiones—le digo medio riendo y se cruza de brazos.
—¿Y cuáles?
—Decisiones acerca del amor. Cuando seas mayor las entenderás.
—Es sobre la chica que dejaste en Francia, ¿Verdad?—dice riendo con complicidad y lo miro con el ceño fruncido.
—¿Cómo sabes eso?
—Mamá me contó—se encoge de hombros, como si no le importara chivarse.
—¿Sí? ¿Qué te contó?—pregunto intrigado, esa Juliette no se aguanta nada para ella.
—Qué siempre estás de mal humor porque la dejaste ir—resoplo y luego me cruzo de brazos.
—Pues mamá no debería contarte esas cosas. No son temas para niños.
—No soy un niño—se defiende un poco molesto y le paso la mano por el cabello enmarañado.
—¿No? Pues te iba a invitar un helado, pero ya no eres un niño—su expresión cambia y sonríe de medio lado. Cuando lo hace se parece mucho a Juliette. Es la única expresión en que parece su hijo, pues es el clon de su padre.
—Vale, puede que siga siendo un niño—rectifica y lo agarro de la mano.
—Venga. Vamos a decirle a tu madre.
Entramos en la casa y Juliette está sentada en la sala de estar con su marido Federico y los abuelos. La abuela nos ve y se pone de pie con alegría.
—Mis dos hombrecitos—nos aprieta un cachete a cada uno y Giovanni me mira poniendo los ojos en blanco.
—Juliette, voy a llevar a Giovanni a por un helado—le informo ignorando el gesto de la abuela.
—No sigan complaciendo a ese muchacho en todo—se escucha la voz malhumorada del abuelo— ¿Qué es eso de un helado antes de la cena? Debe ser al revés—añade.
—Volveremos antes de la cena, abuelo—dice Giovanni para complacerlo con voz de súplica.
—Iré con ustedes—propone Juliette poniéndose de pie.
—Vale, de hecho, hay algo de lo que quiero conversar—digo y la curiosidad se planta en su rostro. Salimos los tres y nos adentramos en la ciudad de Roma en su máximo esplendor durante el ocaso.
...
El puesto de helados es muy cerca, tanto que podemos ir andando. Giovanni corre por la acera. Es muy hiperactivo ese muchacho, pero me da chance para hablar a solas con Juliette.
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RomanceLibro #2 de la Duología "Mi arte" 🎨 ¿Cuánto puede cambiar la vida en dos años?Seguramente mucho, pero ¿Qué pasa cuando las cosas que creías haber superado en todo ese tiempo, regresan sin previo aviso? La vida de Camille cambió luego de conocer a A...