Capítulo #21: Muchas personas aman la lluvia

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(5 años después)
Camille

Cuando era pequeña, asistí junto a Dean al nacimiento de su pequeña prima. Tenía solo siete años, pero recuerdo claramente lo que sentí en ese momento. Me pregunté internamente, en mi cerebro de niña pequeña, cómo una sola persona era capaz de aguantar tanto dolor. Incluso me prometí a mí misma que jamás daría a luz, no sería nunca capaz de pasar por ese infierno.Claro, en aquel momento era una niña, no sabía los placeres de la maternidad. Ahora mismo, en mi segundo parto, cuando las contracciones amenazan con hacerme desmayar, solo puedo pensar en el sentimiento de dicha que viene después.El parto es aún más doloroso que el de mi hija Céline. Parece que el pequeñito se niega a cooperar y tuve que ser sometida a cesárea. Justo en ese momento, sí que sentí el miedo nuevamente, pues quería tener este bebé sin tener que entrar a un quirófano. Por suerte y para mi felicidad, todo sale perfectamente y para el final de la tarde estoy en la habitación de recuperación, con mi pequeño en brazos y mi hermosa familia en la habitación.

-Papi, ¿Cómo se llama mi hermanito?-pregunta mi princesita y Adriano se acerca a ella que toca con suavidad la cabeza del bebé.

Céline tiene el pelo rizo de su padre, negro como un azabache y a la altura de sus hombros. Me recuerda mucho a Adriano cuando lo conocí. Sí rostro es muy parecido al suyo en aquel entonces.

-Dejemos que mamá decida, cariño-responde él y me observa con curiosidad-. ¿Cómo se llama este solecito?-se dirige a mí y besa mi frente con ternura.

No había pensado en el nombre hasta ahora, aunque sí investigué un poco sobre unos cuantos. Este bebé, es tan inocente y perfecto. Este bebé ha venido a nuestras vidas para hacerla aún más feliz. Su pequeño rostro me transmite una sensibilidad preciosa, así que su nombre reflejará ese rasgo.

-Nathan-susurro y acaricio la mejilla de mi nuevo amor.

-Nath...-intenta pronunciarlo Céline y me río de su esfuerzo-. Nath...-intenta otra vez y Adriano se burla-. ¡Ay, que nombre tan feo!-se queja la pequeña un poco molesta.

Céline es muy impulsiva y enojona, no sé de quién sacó esa personalidad, creo que de mi padre. Sí, tiene que ser de él. Papá es el único con quién Céline es amable, eso es porque dicen que las personas que son iguales se llevan bien entre ellos. Adriano la carga y se sienta con ella en el borde de la cama, aún riendo de nuestra pequeña gruñona.

-No es un nombre feo, es lindo como tu hermanito, ¿Verdad?-le pregunta Adriano y la niña se cruza de brazos, aún molesta.

-No, mi hermanito no es lindo-refunfuña-. Él se va a robar el cariño de mamá y papá-añade haciendo un puchero.

-No, mi amor-la calmo un poco-. Lo van a compartir-susurro pero mi intento no funciona, su pequeño ceño sigue fruncido.

-Además, ¿quién eres tú?-pregunta Adriano y Céline niega con cu cabeza-. Venga, ¿quién eres tú? ¿Eh?-insiste y le comienza a hacer cosquillas a la niña que estalla en carcajadas de lo más tiernas y rejuvenecedoras-. ¡Eres la princesita Céline! ¡A los ogros nos encantan las princesas pequeñas con vestidos rosa!-imita la voz de un villano y la deja en el suelo para jugar a la persecución por toda la habitación.

Solo puedo mirarlos y reír, mientras el recién llegado Nathan duerme tranquilamente en mis brazos. Su piel es tan suave como la risa de mi niña y solo con verlos tan feliz, no le pudiera pedir más a la vida.

...

En ocasiones, aunque amemos a una persona debemos ser sinceros con lo que pensamos de ellos, y yo reconozco que siempre creí que Georgina moriría soltera. Me imaginaba mi vida casada y con hijos, mientras ella era la tía cool y millonaria que hacía regalos geniales a mis hijos.

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