capitulo 16

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Aunque Euphemia estaba sentada como él le ordenó, al sentirse un poco humillada por esta posición, trató de ponerse de pie.

*¡Presionar!*

"¡Ah!"

Sin embargo, como las grandes manos de Ferzen la presionaban, Euphemia no tenía más remedio que quedarse en el suelo.

"Acércate un poco más".

Su tono de mando era tan potente que cualquier queja acerca del dolor en su hombro desapareció de su mente.

En respuesta a su orden, Euphemia gateó con cuidado hacia delante.

"...... "

Al hallarse en medio de las piernas de Ferzen, Euphemia no tuvo más remedio que mirarle la entrepierna.

Como ella no era una pervertida, era bastante embarazoso para una mujer mirar la parte privada de un hombre, por lo que Euphemia agachó la cabeza.

"Levanta la cabeza".

Sin embargo, Ferzen no le permitiría ese escape.

Pero ella aún dudaba.

"Si no te gusta, podemos ir a la cama".

Al decir esto, Ferzen se levantó de la silla y se fue a la cama sin vacilar.

Sin embargo, al final, se detuvo.

"E-espera..."

Porque Euphemia lo sujetó por los pantalones con sus características manos blancas.

De inmediato se preguntó lo impúdica que debía parecer mientras lo sujetaba así de desesperada....

"...... "

Ferzen se sentó de nuevo en la silla con serenidad.

La cara de Euphemia se sonrojó mientras le miraba la entrepierna en completo silencio.

Lo cierto es que, desde que Ferzen decidió inseminar a Euphemia, no tenía motivos para seguirle la corriente con su patética excusa.

El período fértil de una mujer suele durar seis días.

Eso significa que, aunque hoy no hubiera relaciones sexuales, su plan no sufriría ningún contratiempo.

Y Ferzen planeaba aprovechar bien sus próximos días fértiles.

Pero como Euphemia no conocía este detalle, sólo pensaba que hoy era el único día en el que corría el riesgo de quedarse embarazada, y que en los días siguientes no se iba a negar a mantener relaciones sexuales.

Así que Ferzen planeaba aprovechar su falta de conocimientos modernos.

Así que esto sería como matar dos pájaros de un tiro para Ferzen, ya que él continuaría con otras formas de entrenamiento, y ella seguiría accediendo a cumplir todos sus deseos.

No existe la amabilidad injustificada sin intenciones ocultas.

Esta mujer es tan ingenua.

Tras hacer ajustes en sus planes, Ferzen rompió el incómodo silencio que reinaba en la habitación.

"Euphemia. ¿Piensas perder toda la noche quedándote así? Creo que ya entiendes lo que va a ocurrir a partir de ahora... Pero parece que necesito darte un pequeño empujón".

Ferzen agarró entonces las delicadas manos de Euphemia y las colocó entre sus piernas.

Por acto reflejo, Euphemia intentó resistirse, pero temía que si volvía a rebelarse contra aquel hombre, la volvería a envestir como aquella noche en la que se ahogó de placer.

El villano que robó a las heroínasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora