Capitulo 37

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Los cálidos rayos del sol bañaban la bulliciosa calle.

"......"

Pero a cierta mujer, esta vista le resultaba un tanto extraña.

¿Fue tal vez por la multitud de gente que había en la calle?

Es poco probable.

Eso es porque a pesar de que la calle estaba muy concurrida, la mayoría de las personas se mantenían fuera del camino de la mujer.

Todos se dieron cuenta de que, mientras la mujer caminaba, la seguían criadas vestidas con lujosos trajes, así que era evidente que se trataba de una mujer de la alta aristocracia o que estaba casada con alguien así.

Como esto era algo completamente distinto a las heladas tierras salvajes de Loeurg, Euphemia agarró con fuerza su sombrilla mientras continuaba explorando los alrededores.

"¿Ahora dónde? ......."

"A la izquierda, Mi Señora."

"Hm......Gracias."

Siguiendo las indicaciones de sus criadas, Euphemia se dirigió hacia el transbordador.

"Ah......"

Sin embargo, la joven vio el exterior de un edificio familiar de camino al transbordador.

Frente a ella destacaba un hermoso atelier cuyo nombre, Chanella, lucía orgulloso en la entrada. Euphemia mientras parpadeaba con sus perfectos ojos dorados se acordó de la noche en que Ferzen la llevó a este mismo edificio .

'¿Qué.......? ¿Por qué esta.......?'

Expuesto en la vitrina del atelier estaba la pintura en la que un hombre abrazaba a su mujer como si fuera una princesa mientras le besaba en la cabeza con una sonrisa enamorada.

"Es una pintura preciosa, Mi Señora".

"......"

Sus criadas expresaron sus opiniones sobre la pintura.

Y tal como ellas dijeron, era realmente una pintura hermosa.

En ese momento me quedé dormida, así que no recuerdo mucho, pero......

'Realmente..... ese hombre sólo hacía lo que quería conmigo.....'

No creo que se haya quedado así durante 3 horas.

Tal vez el pintor simplemente añadió esto por su propia voluntad.....

Mientras continuaba observando la pintura a través de la vitrina, Euphemia no pudo evitar sentirse un poco inquieta ante aquella obra de arte.

"¡Mira, papá......!"

Mientras Euphemia se encontraba perdida entre sus sentimientos encontrados, de repente se acercó a ella una niña que miró hacia la pintura y hacia ella......

"¡Mira papá, es una princesa, una princesa!".

La niña jaló la ropa de su padre mientras exclamaba en voz alta mientras señalaba a Euphemia y a la pintura.

"Señora, por favor, disculpe a mi hija. Es sólo una niña".

"Está bien".

El padre rápidamente abrazó a la niña emocionada y le suplicó que la perdonara, pero Euphemia negó con su cabeza con una sonrisa amarga en sus labios.

En los ojos de esa niña, uno podía ver claramente la emoción de encontrarse con una "Princesa de Cuento de Hadas".

"Cariño, yo no soy una princesa".

El villano que robó a las heroínasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora