Capítulo 2.
Charlotte.
Las botas negras de ese hombre parecían lo más interesante en el planeta tierra, sus palabras, estaban en otro idioma, o eso era lo que pensaba.
Mis codos descansaban en mis piernas temblorosas y débiles como si hubiera corrido un maratón, pensando, recordando, sintiendo.
El ambiente estaba en calma, pues era de madrugada, la hora me emocionó de cierta manera, estaba viva, algunos ladridos de varios perros se escucharon cuando Willow y yo bajamos del vehículo hacía unas horas, el viento cálido me secó un poco el sudor de la frente y mi cuerpo agradeció ese beso invisible.
Nos habían separado en dos habitaciones diferentes hacía una hora.
"Dame el celular" "Él quiere el celular"
Las únicas frases que salieron de su boca cuando me ahogó por primera vez aquella noche que parecía lejana.
La frase, golpes, la frase, mi muerte que se interrumpió gracias a esos uniformados.
El agente hablaba y bebía agua, pero yo solo podía ver su boca moviéndose, no entendía nada. Palabras, palabras que no se quedaban en mi cerebro.
Sus labios estaban húmedos como mis ojos.
¿Qué estaba diciendo?
Necesitaba a mi abuela.
Palabras y él, solo él y yo en esa habitación con luces pálidas. Solo él y yo y el aire acondicionado.
Mi hermano.
Me atacaron.
¿Cuánto tiempo llevaba sin dormir bien?
Tenía que pagarle a Gabriel, tenía que cubrir las facturas del mes en el hospital, tenía que pintar la pared de la cafetería y contratar a alguien más.
Tenía. Tenía. Tenía.
Cuando quise llevarme los dedos a la boca para morderme las uñas por la psicosis que pensé que estaba teniendo, el agente acercó su mano para impedirlo dejándome sentir ese toque tibio y suave de su piel cuando cubrió mis falanges con los suyos.
—No creo que quiera saborear esa sangre seca.
Parpadeé y fue cuando fui consciente de lo que hice, de sus gritos y su dolor. El agente no me soltó. No lo solté.
—¿Y entonces? —inquirió tratando de encontrar mi mirada aun sin haberme soltado.
Nuestras manos descansaban en una de las orillas de esa mesa rectangular fría y llena de rayaduras.
—¿Entonces qué?
—¿Lo conocía?
Negué cuando lo miré a los ojos. Él sólo asintió y escribió algo en una libretita dejándome sentir el frío de su ausencia en mi piel. Sus dedos de ambas manos tenían tatuajes. Mis dedos dolían y estaban sucios. Me ardía ese lugar entre la carne y las uñas.
El hombre que infringió fuerza sobre mí, ahora no tenía ninguna y no supe quien había sido. El otro policía le había disparado según las palabrerías de todos los que entraban a la habitación.
Mi frente pesaba como si una piedra colgara de mi piel. Hambre, tenía hambre. Tenía frío.
¿Cuándo fue la última vez que comí bien y no piqué las sobras de la comida de Willow?
—Está sangrando —declaré con la mirada fija en su brazo tratando de escaparme de la maleza que tenía en la mente.
—Unas cuantas suturas y estará como nuevo —ni siquiera se giró a ver la herida que había dejado un camino escarlata tiñendo su piel tostada.

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Libres.
RomanceTW: -Abuso psicológico. -Secuestro. -Violencia verbal. -Bisexualidad. -Violencia domestica.