16.

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Capítulo 16.

Nicholas.

Las luces de la ciudad titilaron dándome un espectáculo hermoso cuando miré por la ventana después de maldecir por milésima vez la cara de esa foto impresa, mi peor pesadilla y mi objetivo, quien dejó la reservación de este hotel abierta hasta dentro de tres días, le sumé un poco de puntos por ser un hombre inteligente, pero muy pronto lo único que sumaría por escapar de la autoridad serían años en la cárcel, huyó antes de que pudiera atraparlo. De nuevo, habíamos fallado.

Su nuevo destino, Europa, y ahí no teníamos jurisdicción. Turner movilizó sus contactos para que se nos diera un reporte cada dos días sobre su paradero al llegar a su destino que todavía era desconocido.

El tiempo no dejaba de correr y el primer mes llegaría a su fin en dos días. Lo que me llevó a pensar en Charlotte, su seguridad y su vida estaban en mis manos, sus labios carnosos y su cuerpo en mi mente, sus ruidos excitados que bailaron hasta mi boca cuando la toqué seguían impregnando las paredes de mis fantasías.

Exhalé con pesadez después de beber más alcohol, aunque ella no estaba presente, la distracción al desearla me carcomió durante dos semanas mientras hacia el trabajo de campo para la investigación. Tenía que concentrarme. Teníamos que atrapar a Gabriel. No podía fallar. No podía fallar.

La sangre mancharía mi piel si algo le pasaba a la nieta de Grace, y eso era algo que no estaba en mis planes. Bebí del whiskey y aflojé la corbata para ir a la cama temporal que me vería partir mañana al amanecer. Antes de tomar un baño, la pantalla de mi celular se encendió. Me quejé cual niño al que su madre le pide hacer los quehaceres antes de poder jugar videojuegos.

—Aquí Payton —el pedazo de tela negra cayó sobre la cama, dónde la imaginé con una venda en los ojos y expuesta para mí al estar a mi merced. Amarrada con esas cuerdas que marcarían su piel dejándole un recuerdo de mi deseo carnal.

Concéntrate.

—Tu casa fue asegurada, pueden volver cuando quieran, o quedarse en mi departamento, es de ustedes la decisión.

—¿Por qué nos encontraron?

—Un pequeño traspié que ya se arregló —dijo con displicencia.

—¿Turner cometiendo un traspié? —me burlé después de encender un cigarrillo.

—No me jodas, Nicholas.

Reí al sacar el humo caliente por la nariz cuando puse el altavoz. Coger y joder a mi jefe eran mis dos cosas favoritas. Tal vez añadiría tres, pues pensar en mi mejor amigo mientras me masturbo se ha vuelto algo rutinario desde aquella vez en el motel de mala muerte.

—Darek, ven a la cama, neces... —una voz femenina y lejana fue interrumpida abruptamente.

Esa voz era...no. No, no, no

Tenía que ser una puta broma. Una muy buena o mala, la cabeza de Turner pendería de un hilo si lo que mis oídos escucharon fue verdad.

Oh, esto será divertido.

—Dime que no es quien estoy pensando —dije con sátira— ¿Darek? Pensé que nadie podía decirte así. Pensé que odiabas ese nombre.

—Fisgonea en tus asuntos, Payton. Regresen a esa vieja casa o quédense en el departamento. Lo que quieran hacer.

—Regresaremos a mi casa mientras fisgoneas entre sus piernas, sólo ten presente que va a asesinarte.

Segundos después me mofé de su gruñido.

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