Capítulo 8.
Marco.
Mis manos sostuvieron el peso la caja que me llevaría a casa de Nicholas. Salí de la habitación y encontré su silueta sentada en el alféizar de la ventana fumando un cigarrillo. Todas las noches solía abrirla para admirar los edificios de la ciudad y reír con los niños que jugaban en el parque de abajo mientras yo preparaba la cena.
Y al parecer, también abrió las piernas durante dos meses gracias a la misión que me mantuvo ausente. La misión que me permitió pagarle la universidad y el departamento de sus sueños que vio en internet y en el cual vivimos seis maravillosos años.
La melancólica mirada se posó sobre la caja que contenía el adiós definitivo en forma de zapatos y libros, miré ese cuerpo ajeno que todavía me sabía de memoria. Lejano y sucio.
—Eso es todo —habló Rose con despedida y afirmación dolorosa en esas tres palabras.
—Si.
La tinta que manchó esos papeles ayer por la tarde me hizo saber libre a los mensajes de texto y de voz acompañados con llanto arrepentido. A las llamadas lastimeras y a la posibilidad de perdonarla al pensar que solo fue un error. Tal vez, al final de todo, si fue mi culpa por haberla dejado sola tanto tiempo.
—¿Estás seguro de querer dejarme el departamento? —caminó hacia mí con los brazos cruzados sobre su bata—, sé cuánto te costó comprarlo.
Una risa desganada salió de mi con naturalidad fría.
—No planeo vivir en el mismo lugar donde alguien se la metió a mi esposa mientras yo estaba partiéndome la espalda para darle lo mejor —desvié la mirada hacia el sillón dónde los encontré aquella noche de invierno.
El recuerdo me golpeó con ese frío picante y desbordado de rabia. Su cara sonrojada y piel sudada al estar encima de ese maestro que decía ser sólo su amigo. Me ardió el cuerpo con coraje al recordar el agarre de esas manos sobre la piel que adoré por días y noches.
—Marco, yo...—comenzó a llorar, la cercanía de su mano quiso tocarme la mejilla—, perdóname por...
—Los papeles llegarán la próxima semana —interrumpí y caminé a la salida para evitar su toque que dejé de extrañar hace meses—, sólo tienes que firmar y será tuyo.
—Nunca quise lastimarte —sus pasos fueron detrás de los míos—. Por favor piensa en nosotros, mi amor. Volvamos a intentarlo —su mano me tocó el brazo al detenerme, me alejé con rapidez como si un insecto hubiera picado mi piel.
—¡Tu no pensaste en nosotros mientras le abrías las piernas a ese hijo de puta! —vociferé cuando la encaré—, ¡tú no pensaste en mí mientras te ensuciaba la piel! —mi índice tocó mi pecho al gritar.
Apretó los parpados con gesto adolorido y volvió a pronunciar el reclamo de siempre.
—¡Tu me dejaste sola! ¡Pensé que habías muerto!
—No me jodas, Rose. Fueron dos putos meses ¡Sabías que no podía localizarte!
Tomé la manija y salí del departamento que inauguramos con horas de sexo y alcohol y música. De un portazo dejé el pasado a mis espaldas, pero supe que ninguna puerta se abriría para permitir adentrarme en un futuro.
No cuando solo tenía ojos para esa niña que era mi vida. Era todo lo que tenía. Y era mi deber cuidarla para no perderla.
Subí al auto y recobré la compostura tras mi exasperación. Pero el recuerdo de nuestra felicidad y el fantasma del hogar que construí para ella, me dolió en el pecho por haber sido tan idiota.

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Libres.
RomanceTW: -Abuso psicológico. -Secuestro. -Violencia verbal. -Bisexualidad. -Violencia domestica.