12.

721 78 5
                                    

Capítulo 12.

Charlotte.

Con cada flexión que hizo, con cada jadeo y quejido que emitió, me noté perdida, no supe si eran veinte o treinta, tal vez más, no creo que hayan sido menos, dejé de contar hace no sé cuántos minutos, mi mente jugó una mala broma para hacerme apretar las piernas mientras fumaba, pues dentro de mis telarañas, su espalda hacia ese esfuerzo mientras embestía al estar sobre mí en su cama, esa cama que estaba a solo pasos de mi habitación si cruzaba el pasillo.

Tendría que inventar un número cuando preguntara el resultado y tendría que dejar de pensar en mis dos guardaespaldas si tenía que vivir bajo el mismo techo de esos dos gorilas.

—Agente Payton —dije y calé del cigarrillo mientras estiraba las piernas sobre los escalones de madera.

—Señorita Mason —bajó su cuerpo y volvió a subir con ese gruñido que no me dejó pensar.

—El viernes visité la cafetería de la señor Gilbert —paró su ejercicio sin dudar y me miró cuando se puso de rodillas sobre el césped—, y me preguntaba si pudiera...

Enarcó una ceja con seriedad fría interrumpiéndome sin decir nada, limpió el sudor con una toalla negra y se puso de pie después de tomar el celular que yacía a su lado, mis ojos no pudieron resistirse, miré su pecho y brazos tatuados, sus abdominales, la cuales subieron y bajaron por el cansancio, las pequeñas cascadas saladas recorrieron todo su torso y parte de su frente mojando un poco el cabello que supuse no había cortado en meses.

—Visitó el pueblo —dijo casi ofendido sin dejar de mirarme.

—Si.

—Alguien no sabe seguir reglas.

—El agente Ben me llevó —dije en defensa y volví a calar por el nerviosismo que disfracé con un poco de osadía al poner los ojos en blanco—, además, necesitaba ir por especias para mis recetas y distraerme un poco, el silencio no me gusta y mucho menos me gusta estar sola —lo visualicé más y más cerca mientras hablaba como una loca para tratar de aminorar su enojo, me puso nerviosa, tanto que quise desaparecer tomada de la mano con el humo de mi vicio de vestidos blancos.

Apenas y quitó su mirada para ver el celular. Pegó el dispositivo a su oreja y sus ojos se sintieron como agujas en mi piel mientras ralentizaba su respiración, esperó paciente a que la persona del otro lado de la línea contestara.

Cuando llegó hasta mí, arrebató el cigarro de mis dedos para dar una calada y otra más tan rápido como pudo.

—¿Qué está haciendo? —me puse de pie—, devuélvamelo.

Como si le hubiera dicho lo contrario, aventó el cigarrillo y con esa misma mano me tomó de la cara para hacer que lo mirara, una opresión en mi pecho indicó a mi mente que era buena idea quedarme tan quieta como pudiera.

—Le recomiendo que se calle —dijo sin soltarme y sin dejar de esperar, al parecer nadie contestaba su llamada, lo cual incrementó mis nervios haciendo que sudara un poco y que el frío picante invadiera mi sistema nervioso.

—Aquí agente Payton —habló por fin—, hola, mi preciosa Constance. Querida, hazme un favor y despide al agente Frederick.

—Pero ¿qué está haciendo? —su pulgar se posó sobre mis labios para evitar que hablara.

—No me haga enojar más, señorita Charlotte —sus luceros no dejaron de verme la boca mientras susurraba esas palabras.

—Pero...

Presionó su dedo un más. Callándome de nuevo. Puse los ojos en blanco y mis manos apretaron su brazo para tratar de recobrar el equilibro.

—Es un inepto —se quejó y después sonrió mirándome—, soy el agente encargado de esta misión, Turner entenderá, cielo. Mis reglas no se siguieron y sabes que eso no me gusta. Lo quiero fuera, querida.

Libres.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora