Episodio 13.

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El restaurante al que su ex marido lo había llevado era realmente hermoso, y más aún porque les había tocado una de las mesas que estaban en el balcón, dejando como vista una de las calles más hermosas de la ciudad.

Karl no podía dejar de mirar a Liam, aún cuando ya habían hecho su pedido.

-por cierto.-habló Liam dirigiendo su vista al alfa.-gracias al detalle que mandaste a la cafetería tuve problemas con Leonardo.-

-¿Es tu novio?-

-no. Aún no.-y posiblemente después de lo sucedido, no serían ni amigos.

-¿Aún?-sin poder evitarlo, una amplia sonrisa apareció en sus labios.-¿Y porque piensas que fui yo quien lo envío?-

-porque mandaste rosas azules. Desde nuestro noviazgo en la adolescencia prometiste mandarme rosas azules como forma de disculpa.-

-¿Lo recuerdas?-se sorprendió.

-¿Y cómo olvidarlo? Recuerdo que una vez me gritaste frente a tus amigos, te di una cachetada y me aleje de ahí, al día siguiente después de clases encontre ochocientas rosas azules en mi habitación con una nota que especificaba el significado de esas flores en nuestra relación.-

Ninguno de los dos pudo evitar soltar una risa, ese era uno de los mejores momentos que ambos habían experimentado en su adolescencia.

Karl miraba embelesado a ese hermoso Omega, con miedo, coloco su mano sobre la del pelimarrón, quien de inmediato lo miro curioso.

-si te hubiera dado flores azules cuando sucedió lo de Caín... ¿Me hubieras perdonado?-

Liam desvió la mirada, suspiro agotado y trato de no pensar en lo sucedido ese día, más sin embargo la mente le falló.

-lo que sucedió no solo afecto a nuestro hijo, me sentí culpable, no lo pude proteger... Y pese a eso, lo que me dijiste...- lentamente alejo su mano de la ajena.-te necesitaba. Pero terminaste culpandome.-

-y no hay día que no me arrepienta. Lastime a la persona que más amo, destruí a mi familia, lo sé, y no sabes el dolor que siento día y noche.-

Antes de poder decir algo, el mesero llegó con una enorme sonrisa y les entrego su cena, la cuál ambos se limitaron a comer en un silencio incómodo.

★★★

Al terminar de trabajar, salió de la empresa hecho furia, le molestaba que su mejor amigo y "dueño" de la empresa no se hiciera cargo de los papeles que eran más importantes.

-si claro. No contestas porque sabes que te voy a matar. Vlad, eres un estúpido.-le grito con molestia el albino a su celular después de ser enviado al buzón de voz.

Al decidir ir a casa, optó por pasar a comprar unas cosas a una mini tienda que estaba de paso, saliendo de ahí, se entretuvo con un pequeño felino que estaba en la entrada del lugar.

-eres bonito, pero no puedo llevarte a casa, prometo que te traeré comida.-

-¿Iker?-

El albino volteo rápidamente, conocía esa voz a la perfección. Se puso de pie y quedó frente al peliazul.

-Leo. ¿Qué haces aquí? Pensé que estarías en otro lugar. ¿No firmaste el contrato con la disquera?-

El mayor sonrió nervioso.-sucedio algo. No creo firmar nada por ahora.-

-¿Está todo bien?-

-para ser sincero... No.-

-¿Qué sucedió?-

-¿Recuerdas la persona de la que te hablé? El Omega de la cafetería.-el albino asintió. -si firmo ese contrato me alejaría de él. No lo quiero perder, no quiero que llegue alguien más y lo enamoré. Le llegó un adorno floral y no se quién se lo mando, no me lo quiere decir.-

-¿Acaso eres estúpido?-el peliazul lo miro con molestia.-¿En verdad vas a renunciar a tus sueños solo por un Omega? Perdóname que te lo diga, pero llevas años insistiendole, si él hubiese querido algo contigo ya hubiera sucedido años atrás.-

-pero yo lo amo.-

-tienes que amar sabiamente. No abandones tus sueños por una persona con la que no sabes si una relación se va a dar.-se acercó un poco más y acunó el rostro ajeno entre sus manos. -no quiero que ahora lo abandones todo y al final te quedes sin nada, con sueños de por medio y arrepintiendote por dejarlo todo por alguien que no vale la pena.-

★★★

Karl conducía mientras Liam miraba por la ventana del coche, ninguno de los dos sabía que decir, en sus cabezas habían pensado en las cosas que podían hacer o de las que podían hablar, y ahora no tenían ni idea de cómo acortar la distancia que ambos se habían colocado.

Decidió aparcar el coche en el estacionamiento de un centro comercial, llevándose una mirada dudosa del Omega.

-¿A dónde quieres ir?-

-la verdad no sé. Quiero estar un rato más a tu lado, y si te llevo a casa ahora me voy a volver loco. Solo dame cinco minutos.-

Al peligris cerro los ojos, dejando caer todo su cuerpo en la silla. Liam observo por la ventana, a lo lejos, una familia subia a cierto coche con una enorme sonrisa.

Se mordió el labio inferior.

-aquel día dijiste que odiabas a los omegas por hacer que los alfas cayeran en sus instintos más bajos. Me culpaste por dejar que Caín asistiera al colegio siendo Omega. Dijiste que todo era mi culpa. ¿Realmente lo sentiste?-

Karl abrió los ojos, pero no miro al Omega.

-no. Ese día había tomado un par de tragos en la oficina. Te culpe sabiendo que todo era culpa mía. No pude proteger a mi hijo, no estuve para él cuando me necesito. No odio a los omegas, pues gracias a qué me enamore de uno pude tener una familia, ahora no me llevo con ninguno de mis hijos, ni con el Omega que aún sigo amando, pero me reconforta imaginar lo que pudo ser.-

Ambos se miraron, pero fue Liam quién se acercó al alfa, besando los labios ajenos.

Karl se sorprendió, pero aún así acepto el beso.

El Omega se movió y se acomodo ágilmente sobre las piernas del alfa, este le sujeto fuertemente de la cintura, bajando suavemente sus manos para acariciarle los glúteos al Omega, quien soltó un pequeño gemido ante tal acto.

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Mi hermano, mi Omega.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora