Capítulo 7

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Narcissa veía a su hijo todas las tardes, quería saber como le iba, pero había algo que le inquietaba en sobremanera, pues se había dado cuenta de que entre los dos chicos había algo especial, una especie de conjuro del que no se habían dado cuenta, pero que quizás no tardaría mucho mas oculto.

La inquietud de Narcissa, era esa, ambos no se podían enamorar, no podrían tener un hijo, pues algo grave podría ocurrir, quizás no era tan grave, pero tenia por seguro que si Lucius se enteraba haría lo imposible para intervenir.

Narcissa había indagado sobre ello en la gran biblioteca de su mansión, que disponía de libros de cualquier tipo, y tras varios días de investigación, encontró algo, que le tenia preocupada, no quería que nada le ocurriese a su hijo, pero tampoco quería separarlos, estaba dividida en dos opciones, opciones que no deseaba, ninguna.

Era un poderoso hechizo. Si un mago de sangre pura se mezclaba con una muggle, perdería todos sus poderes e incluso podría perder la vida. Si la muggle quedase embarazada del sangre pura, su hijo saldría mestizo, aunque el no tuviese poderes. Realmente a Narcissa no le preocupaba que el perdiese sus poderes, sabía que a el tampoco le importaría, pero la parte delicada es que podría perder la vida. No podría soportar que su único hijo muriese, por eso pensaba que tenía que hacer algo, aunque no sabia el que.

MIENTRAS QUE EN OTRO LADO...

Dos amigos estaban en la playa, habían viajado durante horas para poder ir a una playa, pero no les importaba, porque merecía la pena, la verdad era que hacía muchísimo calor y les apetecía salir por ahí.

La castaña sin darse cuenta había dejado prácticamente de lado a sus amigos, y ellos se daban cuenta pero no sabía la razón, pensaban que a su amiga quizás le sucedía algo, pues ni siquiera se habían comunicado por teléfono o mensajes, quería hablar con ella para saber lo malo por lo que les había dejado de hablar, pero era todo lo contrario, era algo bueno. Para Draco, Hermione era su única amiga estable de ese mundo, aunque mas bien de su vida, pues todas las personas que se le acercaban en Hogwarts se acercaban por conveniencia, menos su gran amiga Pansy, con la que estaba desde que solo eran unos críos.

Ambos fueron a pedir una hamaca al puesto que allí había, y gracias a dios pudieron coger las ultimas que quedaban, había muchísima gente en la playa por el calor tan grande que hacía. Las tendieron y se pusieron en ellas sentados, Hermione comenzó a quitarse la ropa porque ya quería meterse, y el rubio captaba todos sus movimientos sin saber el porque, aunque se hacia una idea, pues tenia un gran cuerpazo, con curvas tentadoras y con un bikini de color blanco resaltando el tono moreno natural de su piel. Por estar tan ensimismado no se dio cuenta de que la chica ya había terminado de quitarse la ropa y le miraba bastante sonrojada y avergonzada, cuando el rubio se dio cuenta miró su sonrojo y le pareció un gesto adorable, pero decidió dejar de pensar esas cosas.

-¿no te meterás al agua?- le preguntó ella expectante cuando notó que su sonrojo había disminuido.

-oh, si... claro, ya voy a meterme- dijo el mientras se levantaba de la hamaca y se sacaba la camisa, dejando que Hermione pudiera admirar su perfecto físico, desde un principio ella admitía que Draco era un chico irresistible, pero se desilusionaba al pensar que ella no sería la persona correcta para el, pues ella se notaba fea e insuficiente, no era nada comparado con el, por eso pensaba que no debería empezar a sentir sentimientos tan fuertes como el amor por el porque se podría llevar una desilusión.

Y por otro lado Draco temía sentir eso a lo que llamaban amor, nunca había sentido lo que sentía por Hermione, y sabía exactamente que se estaba enamorando pero no se atrevía a confesar sus sentimientos, aparte de ser orgulloso temía el rechazo de la chica, no soportaría que le rechazase e incluso perder su amistad. Ambos sabían que estaban enamorándose del otro, pero no lo confesaban por la misma razón, miedo al rechazo o que el otro no sintiera lo mismo.

Cuando el rubio terminó de quitarse la ropa ambos se cogieron de la mano (un gesto que se había convertido en costumbre) y entraron a la helada agua, encogiéndose por lo fría que estaba, pero lo agradecían realmente, así no les daría tanto calor.

Y así se pegaron toda la tarde, bañándose, jugando como niños y riendo, ajenos a que una sonriente Narcissa los observaba tranquilamente. No sabía como acabaría esta historia, pero lo que si sabía era que ambos se amaban, lo sabía con solo ver el brillo de sus ojos, sus gestos, sus sonrisas, sus miradas e incluso sus pensamientos, pues gracias a un nuevo encantamiento que había realizado sabia perfectamente que pensaban ambos.

Así que bastante feliz, dejo a la feliz pareja y se fue a la cama, sabiendo que su hijo se encontraba mejor que nunca, y al ser su madre lo podía afirmar pues conocía muy bien a su hijo, y cuando estaba con ella actuaba como nunca lo había hecho. Como alguien feliz y enamorado...




Enamorado de una MuggleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora