Capítulo 18

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Cuando Narcissa llegó a la mansión todo estaba bien iluminado, todas las cortinas estaban abiertas dándole a la casa un toque acogedor. La verdad es que a pesar de irse por la noche se quedó gran parte del amanecer dando una vuelta, pensando en la actual situación.

Subió las escaleras en dirección a la habitación donde se quedaban Hermione y Draco, quería saber si había pasado algo. Tocó la puerta de la habitación y al ver que nadie contestaba o abría se asomó y vio que Hermione dormía en el pecho de Draco mientras el acariciaba su cabello con amor infinito y con la otra mano acariciaba su vientre, preguntándose como a algo que no estaba aun presente podía amarlo de esa manera. y en silencio rezaba por que todo saliese bien, planeaba que cuando todo esto terminase se casasen y viviesen en alguna casa de campo con un extenso jardín en el que pasar las tardes, viendo al niño o niña jugar. No se dio cuenta de que su madre le miraba desde la puerta.

-¿Todo bien hijo?- preguntó con una sonrisa asustando un poco a su hijo.

-Todo bien, anoche despertó pero volvió a dormir- dijo el.

-me alegro hijo, bajemos a desayunar y si deseas se lo subes a ella.- le dijo ella. Draco con delicadeza quitó a Hermione de su pecho para poder levantarse, le tapó bien y salió junto a su madre, cerrando la puerta tras el. Bajaron a la cocina, donde sus elfos tan serviciales como siempre les hicieron el desayuno para ellos dos y preparaban el desayuno a la castaña. Pero la castaña ya entraba por la cocina, con su pijama corto de seda y sus pelos alborotados, ante esa imagen Draco no pudo evitar sonreír mientras la veía desperezarse.

-Buenos días- dijo dándole un beso en la mejilla a los dos y sentándose al lado de Draco.

-Buenos días amor- respondió Draco.

-Buenos días Hermione, ¿te encuentras mucho mejor?- le preguntó Narcissa.

-Si Narcissa, mucho mejor, eso que me diste me ayudó bastante- dijo agradecida.

-Bueno, desayuna que estas en tu casa- le dijo Narcissa sonriendole amistosamente.

-Gracias- dijo sentándose. Sólo bebió un zumo de naranja y un par de tostadas con mermelada.

Cuando terminaron de desayunar fueron a la sala y se sentaron en una rinconera de cuero color negra. Narcissa iba a decir algo pero una especie de alarma sonó, y sabía perfectamente que significaba esa alarma. Lucius estaba ahí.

-¿Qué es esa alarma madre?- preguntó Draco un poco desconcertado.

-Tu padre- dijo simplemente mientras se levantaba y se dirigía al jardín, donde tenía el hechizo. Cuando salió vio que efectivamente era el, y curiosa le preguntó. -¿que haces aqui?.

-Me dijiste que podría venir cuando quisiera y eso estoy haciendo. Vine a hablar.- dijo mirando a su alrededor.

-Pasemos al salón- dijo Narcissa.

-De acuerdo.- Lucius le siguió hasta la sala, y cuando entró vio que los dos chicos estaban sentados en el sillón, Hermione acurrucada en Draco mientras que el acariciaba su cada vez más abultado vientre. Cuando Draco miró se sorprendió de verle ahí.

-¿Qué haces tu aquí?- preguntó el alterado levantándose del sillón. Hermione realmente no sabía quien era esa persona, pero era muy parecida a el, así que intuyó que era su padre, además que había visto fotos por la casa.

-hijo, he venido a hablar.- dijo el sinceramente, Y Draco pudo ver la verdad en sus ojos.

-¿de que quieres hablar?- preguntó un tanto... Curioso.

-Vine a disculparme por todo lo que ha pasado...- dijo agachando un poco la cabeza, aunque no mucho, porque aún tenía presente eso de ser un Malfoy. -Venía a disculparme con todos ustedes por mi... Actitud tan... Egoísta- dijo un poco tartamudeante, no estaba acostumbrado a eso de pedir perdón. -me dejé llevar por los prejuicios que siempre había habido en esta familia y por la opinión de las demás. Tu madre me ha hecho entrar en razón- dijo mirándola sonriente. -me quedaré aquí y os ayudaré en todo lo necesario- le dijo a el y mirando a la castaña.

-Está bien Lucius- dijo algo rendido, no merecía la pena poner a pelear, sus palabras parecían contener sinceridad.

--Tu debes ser Hermione- dijo dirigiéndose a la chica, pero ella se encogió en su sitio, no conocía a ese hombre.

-si, la misma- dijo mirando al hombre rubio. -¿me permiten un momento?- dijo, la verdad es que le habían entrado muchas ganas de ir al baño.

-Claro querida ve- dijo Narcissa sonriente, intuía que quería ir al baño.

-gracias- dijo levantándose y se fue por el pasillo.

-Es muy guapa hijo- dijo Lucius, lo decía con sinceridad, se notaba que era una gran persona.

-Lo se- dijo orgulloso Draco con los ojos brillantes. Lucius nunca había visto a su hijo con esa actitud, fue cuando se dio cuenta de que realmente sentía algo por ella. Estaba realmente arrepentido por lo que iba a hacer en un pasado con esa chica y el bebé.

Narcissa, para dejarles solos y arreglar sus viejas rencillas, se fue para ver como estaba la chica. Pero cuando estaba caminando por el pasillo para ir al baño algo no iba bien. En el pasillo había un gran rastro de sangre que entraba directamente al baño, tocaba la puerta muy fuerte, con completa desesperación, pero no recibía respuesta alguna.

-¡Hermione, abre la puerta!- gritaba Narcissa desesperada. Los dos hombres al oír los gritos desgarradores de Narcissa, fueron rápidamente a donde provenían, ambos un poco nerviosos por la sangre que había en el pasillo apresuraron el paso.

-¿Qué pasa mamá?- preguntó Draco asustado.

-No sale ni responde Draco, el baño esta cerrado.- dijo nerviosa temblando por completo.

-¡Alohomora!- dijo Lucius con su característica varita de cabeza de serpiente. Cuando la puerta se abrió quedaron horrorizados con lo que vieron, dentro de un gran charco de sangre la chica estaba tumbada boca abajo mirando a la puerta, parecía que le había salido sangre por todos lados, Narcissa no pudo evitar soltar lágrimas mientras se abrazaba a Lucius, que también estaba algo apenado con la imagen. Enseguida todos fueron en su ayuda. Con un hechizo limpiaron toda la sangre que se encontraba tanto en su cuerpo como en la habitación, había perdido mucha. La bañaron y entre Draco y Narcissa le cambiaron de ropa cuando ya la habían llevado a la habitación. Cuando estaba tumbada en la gran cama de matrimonio se dieron cuenta de el verdadero estado en el que se encontraba la chica. Estaba pálida, casi sin color en la cara. Lucius efectuó un hechizo en ella algo desconocido, pero que la había vuelto a tener el color de su cara como antes.

Dejaron a la chica en la habitación algo preocupados, le dejarían descansar lo máximo que pudiese para reponer fuerzas. A partir de ahora no sabían lo que podría pasar...

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Enamorado de una MuggleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora