Capítulo 04. Cita de tres

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Aviso:

Releyendo el capítulo anterior no quedé muy convencida con la forma en que terminó, así que le agregué el contenido del capítulo cuatro.

Solo es cuestión de que se regresen y lean a partir de la línea rosa :)

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Me desperté algo tarde ya que aparentemente ya había hecho inmune a los cacareos de Roberto, pero afortunadamente no tardo demasiado arreglándome. Fueron trece minutos vistiéndome y diez más lavándome los dientes, yendo al baño y tranquilizando un poco mi cabello lacio, pero que por alguna razón se esponja como melena de león.

Cuando salí de mi habitación lo que me encontré fue a Day, mirándome con las cejas alzadas y una bolsa de papel café en la mano.

—No escuché a Roberto.

Day rio, rodando los ojos—. Me lo imagine. Te hice un sándwich para que desayunes algo.

—Gracias —le sonreí con gratitud—. Ya que no me voy a despertar temprano por Roberto puedes dormir todo lo que quieras, no es necesario que te despiertes a hacerme desayuno.

—¿Estás segura? No quiero que estés con hambre en clases.

—Puedo comer algo allá, mamá me da dinero los fines de semana.

No parecía muy convencida, pero no insistió más. Me despedí de ella con un beso en la mejilla.

Cuando subí al autobús ignoré la presencia de Alejandro y aunque me sonrió, esta vez no trató de acercarse, pero aun así cuando estuvimos por fin en el estacionamiento, salí casi corriendo para no darle oportunidad de seguirme.

Apenas bajé del autobús mirando hacia atrás para asegurarme de que él no venía detrás de mí, sentí mi cuerpo chocar con otro que me tomó de la cintura inmediatamente, evitando que me cayera.

¿Quién estaba parado a mitad del estacionamiento tan temprano y todavía se atrevía a tocarme?

Levanté la vista para quejarme por las manos que aun rodeaban mi cintura cuando me encontré con la mirada verde de Ella.

—¿Estás bien?

—¿Qué haces aquí?

—Yo pregunté primero —su mirada se despegó de la mía cuando Alejandro pasó a nuestro lado y sentí como que me pegaba más a ella.

Cerré los ojos intentando contener lo que tener a una chica hermosa y agradable apretándome contra su cuerpo estaba causando en mi interior.

Dios, no soy tu guerrero más fuerte, no me hagas esto.

—¿Por qué no me dijiste que viene contigo en el camión?

—¿Mhm? —abrí los ojos cuando sentí que se separó de mí, pero no tuve oportunidad de recomponerme cuando me tomó de la mano para arrastrarme con ella al salón.

—No me dijiste que también viene en el camión. Hablamos mucho tiempo ayer, ¿no creíste que eso era relevante? —por primera vez percibí molestia en su voz.

—Bueno…

—Dios, ¡No estás segura en ningún lado!

—Bueno, tampoco es como que pueda hacer algo.

Se sentó sobre el escritorio y tiró su cabeza hacia atrás, frustrada.

—Cancelaré mi cita con Uriel y pasaremos el día juntas, tengo que cuidarte.

—¿Cita con Uriel?

—Ah sí, no es nada importante, me invitó el fin de semana.

Por supuesto que lo hizo, ¿quién no querría salir con alguien como ella?

Ella: Amar y ProtegerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora