Capítulo 27. Barbie deprimida.

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Ella y yo nos encontrábamos en la cafetería de la universidad, rodeados por las conversaciones de los demás estudiantes y el aroma de la comida. Nuestro grupo de amigos charlaba animadamente, discutiendo sobre el nuevo estilo de Mía y su abrupto cambio de personalidad.

Daniela se mostraba como la hater número uno de la ahora pelirroja, mientras mi novia se quejaba de que siguiera intentando acercarse a mí, aunque a mi parecer ya no tenía intenciones románticas. Los chicos y yo nos manteníamos en silencio, opinando solo cuando nos lo pedían.

—¿Sabes qué es lo que más me molesta? Sigue cayéndome mal, pero ya no tengo nada de que quejarme, está siendo tan agradable, ¡y su nuevo estilo le queda increíble! —Dani se llevó las manos a la cara con frustración.

—Tampoco le queda tan bien, no exageres.

—¿Bromeas? Parece tallada por los mismos dioses —mi novia rodó los ojos ante la respuesta de nuestra amiga—. ¿Ustedes que creen? —les preguntó a los chicos.

—Bueno, Mía siempre ha sido bonita —Uriel contestó.

Fernando le dio la razón—. Pero debo admitir que me gusta mucho como se ve ahora, se ve más segura. Ese es mi tipo de mujer —dijo con seguridad, recibiendo una mirada juzgadora de parte de mi novia.

—Bueno, no me importa lo que ustedes piensen, lo único que me importa es lo que piensa Tara —Ella dijo, invitándome a opinar sobre la nueva apariencia de Mía.

—¿Yo? —me señalé a mí misma, mi novia respondió con un “mjm”—. Pues creo que… —los demás me miraron fijamente como si trataran de decirme algo y no lo entendí hasta que la cabeza de Uriel se movió sutilmente en negación.

Estaba metida en uno de esos momentos en los que tu novia te hace una pregunta que solo tiene una respuesta correcta y no sabía cómo responderle a alguien que de alguna manera sabía cuándo mentía. Mía sin duda era bonita, y sí, su nuevo estilo y personalidad resaltaban varias cosas de ella que antes estaban opacadas por su necesidad de ser como mi novia, pero además de eso, soy fiel creyente de que tu pareja puede opinar que una persona es bonita, sin afectar su fidelidad, pero en el caso de Ella y Mía todo era complicado. Ya tenían una historia que hacía entendible la inseguridad de mi novia.

No me quedó más que rogar por ayuda divina, que afortunadamente fue enviada al instante, en forma de un mensaje al celular de Fernando. Su pantalla se encendió al mismo tiempo que su celular emitía un sonido que llevo la mirada de todos al mensaje, pero solo Daniela, quien estaba a su lado, alcanzó a leerlo.

El rostro de la chica se iluminó con una sonrisa divertida y tomó el celular del chico, quien ni siquiera había alcanzado a leer el mensaje.

—Uhh… “¿salimos hoy?” emoji de berenjena y emoji de fueguito —leyó el mensaje, lo que hizo que el rostro de nuestro amigo se llenara de pánico, no por el contenido del mensaje, sino por quien lo envió—. Mensaje de Dyla… No mames.

Fernando cerró los ojos, aceptando su destino de ser sacado del closet a tan solo pocas semanas de haber descubierto que le gustaban los chicos. Pero, aunque no lo pareciera, Daniela no era tan imprudente y encontró la manera de cubrirlo, sin saber que Ella y yo ya éramos conscientes de lo que pasaba entre Fer y Dylan. No sabíamos a qué punto, pero habíamos notado cierta química entre aquel par en el hospital.

—Delilah, ¿quién se llama así en esta época? —Daniela regresó el celular a su dueño, que solo le agradeció con la mirada. Ella y yo fingimos no saber nada, y Uriel se rio del comentario de nuestra amiga.

De repente, mientras Dani intentaba sacarle información a Fer sobre su relación con “Delilah”, el celular de mi novia sonó, oscureciendo la mirada de mi novia al mismo tiempo de que el nombre de su madre aparecía en él. Un suspiro frustrado escapó de sus labios cuando rechazó la llamada entrante, que, aunque trató de disimular, no pasó desapercibido para mí.

Ella: Amar y ProtegerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora