Capítulo 21. García al cuadrado.

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Alison estaba parada frente a mi puerta sin decir nada, sosteniendo la correa que traía al futuro perro de Day, luciendo increíble con su cabello oscuro con ondas, cayendo graciosamente sobre sus hombros. Su sonrisa amigable era deslumbrante, pero no podía evitar sentir cierta incomodidad mientras me preguntaba cuánto me odiaba el universo en este momento.

—Entonces… ¿tú eres la del perro? —pregunté tratando de disimular mi nerviosismo.

—Eso parece —contestó Alison, tan quieta que parecía un emoji del hombre de traje negro. Luego, aclaró su garganta y volvió a actuar como un ser humano normal—. ¿Y qué es tuyo, Dayana? ¿Tu mamá, tu tía, tu sugar?

—¿Necesitas saber eso para darle al perro?

—No, pero tengo curiosidad. Es una coincidencia que la conozcas… Tara —entrecerró los ojos apenas dijo mi nombre—, ¿es tu mamá?

—No, es amiga de mi mamá.

Alison se quedó un rato analizando mi respuesta, como si fuera algo complicado de entender, y cuando iba a responder, la aparición repentina de mi novia a mi lado la sorprendió.

Ambas se analizaron de pies a cabeza, recorriéndose descaradamente con la mirada y sonriéndose al volver a mirarse a la cara.

—¿Necesitas algo? —preguntó Ella, sin dejar de mirar a Alison y probablemente demasiado distraída por su belleza como para notar al perro.

Estaba por preocuparme de que, de nuevo, una de mis novias se fuera a enamorar de Alison cuando sentí la mano de Ella rodear mi cintura, mientras miraba fijamente a la chica.

La más alta sonrió divertida, mirando la mano de mi novia—. Solo busco a Dayana, ¿está aquí?

—No, salió hace rato —Ella le contestó inmediatamente.

—¿Y saben si va a regresar pronto?

—No —respondí.

—¿No regresará pronto o no sabes?

—No sabemos cuándo volverá, pero no creo que tarde, se fue hace rato —mi novia tomó la palabra.

—¿Creen que pueda esperarla? No viajé más de dos horas en auto para no dejar al perro.

—¿Dos horas? ¿No era más fácil dárselo a alguien de tu ciudad? —la voz de Ella sonaba casi burlona.

—Eh… capaz sí, pero no soy muy inteligente, pregúntale a Tara —Ella me volteó a ver en el instante en que Alison dejó de hablar—. ¿Puedo esperarla adentro? Es que me estoy derritiendo del calor.

—Ah, sí, pasa, pasa —me hice a un lado para que pudiera entrar, obligando a Ella a soltarme y hacer lo mismo.

Las tres caminamos hasta el sofá de tres plazas y apenas nos sentamos, quedando Alison y yo en las orillas, y mi novia en el medio. La última preguntó—: ¿Entonces se conocen?

—Sí, estudiamos en la misma secundaria —la otra chica respondió sin darle mucha importancia, escribiendo algo en su celular.

Ella me volteó a ver, cuestionándome cuál de las tres personas de las que le había hablado era la chica que teníamos al lado.

Alison sonrió una última vez antes de apagar el aparato—. Tara salía con mi mejor amiga.

—Oh —se quedó pensando un segundo antes de voltear a verme—. Oh… ¿Estás bien? —preguntó en voz baja, asentí dándole una sonrisa forzada para evitar que se preocupara.

Sorprendentemente, la presencia de Alison seguía haciéndome sentir insegura. La veía y volvía a sentirme como la tonta adolescente insegura y sin amigos que tenía miedo de que su novia la dejara para estar con una chica mucho más atractiva que ella, porque, incluso en secundaria, Alison ya se veía como el sueño de cualquier persona, al menos comparada conmigo, que parecía un moco.

Ella: Amar y ProtegerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora