Concentrarme en las clases había sido uno de los mayores retos de mi vida pues el grupo de amigos de Ella había comenzado a unirme a sus conversaciones. Jamás me di cuenta de lo mucho que hablaban durante clases hasta ese momento.
Logré pasar el día escolar con éxito, con algunos apuntes incompletos, pero con éxito, y apenas la última clase terminó, Ella nos despidió de sus amigos y me arrastró con ella hasta el estacionamiento, en donde ya nos estaba esperando su chofer.
—¿Cuándo llegó?
—Hace media hora, no quería hacerte esperar —caminó más lento cuando estábamos cerca de la camioneta, aun sin soltarme de la mano.
Su toque era tan despreocupado e inocente que había dejado de ponerme nerviosa. Mi corazón latía rápido, pero mi cerebro funcionaba y eso era lo importante.
—¿Y el pobre Josh tuvo que esperar media hora?
—Bueno, a él le pagan por esperarme, a ti no.
Humildad, ante todo.
Me abrió la puerta trasera y se esperó a que subiera para cerrarla y tomar el lugar del copiloto.
Cuando llegamos a su casa y pasamos la cerca de seguridad, apreté la boca para evitar soltar un chillido de asombro. Era enorme, sobre todo para lo que yo estaba acostumbrada y su diseño elegante y contemporáneo me hacía pensar en lo poco que encajaba Ella en ese ambiente. Era alguien demasiado cálido para vivir en un lugar que irradiaba frio.
—¿Qué pasa? —la castaña abrió la puerta al ver que no bajaba del auto.
—Es enorme.
—Eso fue lo que ella dijo —bromeó, haciendo reír al chofer que aún seguía en la camioneta y bajándome de la nube en la que su casa me había dejado—. Vamos, Josh tiene que estacionarse.
Volvió a tomar mi mano para llevarme al interior de su casa en donde fui recibida por un amplio vestíbulo con suelos de mármol y una gran escalera curva que conducía hasta la planta superior. A la izquierda una cocina abierta que conectaba con el gran comedor y a la derecha un par de puertas.
—Señorita Ella, ya están listas las cosas para los sopes, ¿gusta que se los prepare? —una mujer algo mayor nos recibió y contuve una risa cuando recordé que Ella me había contado que sus padres contrataron a una mujer para cocinarle cuando se enteraron que lo único que comía eran sopes.
—Por favor —mi amiga le sonrió amablemente antes de que la mujer regresara a la cocina después de preguntarnos como los queríamos.
—¿No habías dicho que solo te dejan comer sopes una vez a la semana?
Asintió—. Quería compartir mi día favorito de la semana contigo.
Y con solo esas palabras ya sentía mi rostro hirviendo y mi corazón latiendo a gran velocidad. Hace mucho no tenía una amiga, ¿es así como se supone que se siente?
Me volvió a tomar de la mano, llevándome al comedor en donde la mujer nos entregó un plato a cada una con dos sopes ya preparados y pasé más tiempo viendo a Ella comer que comiendo mis propios sopes.
Con cada bocado sus ojos se cerraban y una sonrisa de placer se formaba en su rostro. Con ellos, algunos restos de crema se quedaban a reposar en la comisura de sus labios, pero ella pronto los limpiaba con su lengua y me miraba avergonzada si se daba cuenta que la veía.
Terminamos de comer y aunque me ofrecí a lavar nuestros platos ella no me dejó, dijo que la ama de llaves se encargaría más tarde y me llevó a su habitación en donde sin decir mucho nos pusimos a hacer la tarea, claro, con videos de Blackpink en la televisión porque a Ella no le gustaba estar en silencio.
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Ella: Amar y Proteger
RomanceTara había estado pasando inadvertida en la universidad durante casi un año, hasta que la repentina atención de su compañera de clases, Ella, la tomó completamente por sorpresa. En medio de una complicada ruptura con su mejor amigo, Tara encontró en...