XI. Ella.

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Cuando desperté, Dayana ya no estaba conmigo y sin poder soportar estar mucho tiempo sola, salí en su búsqueda, encontrándola en el sofá, dormida, abrazada a una pelirroja que se veía un poco mayor que ella.

Apenas cerré la puerta de la habitación de mi novia, Day se despertó, levantándose de golpe, permitiéndome notar sus ojos hinchados y rojos. Me sentí mal de golpe, ayer estaba demasiado concentrada en mis sentimientos como para preocuparme por los suyos, aun sabiendo que la mujer había perdido a quien amaba como a su hija.

—Ella, buenos días. —Me sonrió con dulzura, volviendo a fingir que no se sentía mal—, ¿cómo te sientes?

Me encogí de hombros, no me sentía cómoda de responder frente a la pelirroja desconocida que miraba a Dayana con preocupación.

—¿Tienes hambre? —Negué, pero a Day no le importó y se levantó a calentar lo que había preparado la noche anterior, no la rechacé porque conociéndola, no aceptaría un no por respuesta.

Aun así, no tenía hambre y comí tan lento que le dio tiempo a alguien de llegar a casa. Era el oficial que me habían avisado ayer que llegaría para pedir más información sobre lo de mi novia.

Dayana, su novia y yo nos sentamos en el sofá, después de que la dueña de la casa le acercara una silla al policía, que empezó a hacer las preguntas cuya respuesta yo ya le había dado al operador la noche anterior.

—¿Hay alguna posibilidad de que se haya ido por su voluntad?

—No, niguna —respondí inmediatamente, haciendo que el hombre levantara la vista de la pequeña libreta en sus manos.

—Usted dijo que su novia le mandó un mensaje terminándola, ¿no es así? —Asentí—. Y que le dijo que ahora estaba en pareja con un chico con el que ya mantuvo una relación sexual. —De nuevo le dí la razón, con miedo de la conclusión a la que parecía estar llegando. El hombre suspiró y bajó su libreta—. Señorita, no creo que tengamos las pruebas suficientes para creer que su novia está secuentrada.

—¿El acoso y las amenazas no le parecen suficientes? —Dayana alzó la voz, a punto de iniciar una pelea con el oficial, que fue detenida por al pelirroja sosteniéndola la mano y apretándola. Day la miró y volvió a su lugar, bufando.

—¿Hay alguna prueba u otro testigo de lo que menciona? —El hombre tomó mi silencio como respuesta—. No hay ninguna prueba real y su novia no tiene ni veinticuatro horas desaparecida, con lo que sé, usted bien podría estar inventando todo por celos de que su novia esté con alguien más.

—¿Perdone?

—Solo digo que si su novia ya mantuvo relaciones sexuales con este chico y mencionaron que tenían un vinculo afectivo fuerte…

—¡Antes de que él la acosara, amenazara y secuestrara! —Por suerte no había nadie sosteniéndome a mí, impidiéndome gritarle al idiota de uniforme.

—Bien podría ser cierto el mensaje y no quisiera desperdiciar tiempo y recursos que mi equipo podría usar para algo de mayor prioridad.

—¿Mayor prioridad? Estamos hablando de una chica secuetrada, ¿eso no es prioridad? —Me levanté, furiosa, haciendo que el hombre me siguiera y después de él, las dos mujeres.

—Como dije, no hay suficientes pruebas para creer que es un secuestro, pero si no regresa ni se comunica en 48 horas vulva a llamar y…

—Váyase —ordené, interrumpiendo al hombre que me miró con el ceño fruncido—. Váyase antes de que tenga que arrestarme por atacar a un policía.

—¿Eso es una amenaza, señorita?

—Tómelo como quiera, pero váyase de esta casa ahora mismo y por favor, espere con ansias la queja que pondré sobre usted. —El oficial me miró a los ojos, tratando de doblegarme, pero estaba demasiado enojada como para que lo lograra.

Ella: Amar y ProtegerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora