Epílogo.

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ELLA.

Siete meses después.

Había tenido que regresar a casa porque, como si lo mereciera, mamá quiso que pasáramos el 10 de mayo en familia, aunque en ningún momento mencionó el hecho de que mi cumpleaños era al día siguiente.

Ni siquiera lo recordó, porque papá y ella salieron temprano de la casa, sin molestarse en despedirse

De hecho, nadie ni Tara lo recordó, lo que me había empezado a hacer pensar que la fecha que recordaba como mi día de nacimiento, no era en realidad en realidad la correcta.

Para asegurarme busqué mi acta de nacimiento, confirmando que el día de hoy era mi cumpleaños y ninguno de mis amigos, mis padres o mi novia lo recordaba.

De cualquier manera, envié un mensaje a Tara. Tal vez recordándole mi existencia, recordaría mi cumpleaños.

Ella: Hey.

Miró el mensaje y tardó un rato escribiendo, lo que me hizo pensar que se disculparía por olvidar mi cumpleaños, pero apenas su nuevo mensaje apareció en pantalla supe que no sería así.

Mi amor: Hola, ¿qué pasa?

Ella: Nada, solo quiero hablar con mi novia.
Ella: ¿Estás en tu casa?

Mi amor: Sí.

Ella: ¿Puedo ir?

En otro momento hubiera llegado sin avisar, pero ahora no me sentía invitada.

Mi amor: Estoy algo ocupada ahorita.

Fruncí el ceño y la dejé en visto, esperando que con eso entendiera que estaba molesta.

Aunque, a decir verdad, Tara parecía muy distraída las últimas semanas, su cabeza siempre estaba en otra parte, pasaba demasiado tiempo hablando por mensaje y a veces llamadas, y escondía su celular cuando le llegaba un mensaje frente a mí. Además, ayer pareció ponerse feliz cuando le dije que tendría que regresar a casa.

Oh por dios, me está poniendo los cuernos.

Me levanté de la cama, furiosa, y tomé mis cosas, lista para enfrentar a Tara. Salí en busca de Josh para que me llevara a la casa de la infiel y cuando llegamos, el hombre me deseo un feliz cumpleaños.

Al menos alguien lo había recordado.

Caminé con pasos fuertes y veloces a la casa, que estaba en un inusual silencio, y toqué la puerta con brusquedad, sin recibir ninguna respuesta, mientras en mi cabeza aparecían como una película todas las cosas que podrían estar pasando dentro de casa, como mi novia acostándose con otra.

Tal vez con Mia. Dani me dijo que desde que me salí de la universidad para entrar a la academia, Mia había empezado a pasar tiempo con Tara cuando ella llegaba quedarse sola.

Le iba a demostrar a esas dos porque no debes serle infiel a una policía en entrenamiento.

Volví a tocar, pero seguían sin responder y cuando giré la perilla, la puerta abrió sin problema, dejándome ver la casa completamente a oscuras y al mismo tiempo que encendí las luces, un grito de feliz cumpleaños al unísono de todas las personas importantes en mi vida y los hijos mellizos de Ana, casi me hace tener un infarto.

Con una mano en el pecho intenté tranquilizarme, mientras mi novia se acercaba a mí para abrazarme. Le di un golpe en el brazo.

—Eres una idiota.

Ella: Amar y ProtegerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora