IV. Ella.

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El día de mi cita con Tara estuve más nerviosa que cuando presenté mi examen de admisión a la universidad, aunque en el segundo caso sabía que, si fallaba, mis padres podían pagar para que me dejaran ingresar, así que tenía una red de seguridad.

Con esto no, si Tara no me gustaba de esa manera habría arruinado la mejor amistad que pude haber tenido y si sí, ¿qué me aseguraba que iba a ser correspondida? Cada paso que daba en esta situación era como caminar en un campo minado, y me explotó en la cara cuando la fui a recoger a su casa esa noche, vistiendo la ropa que le había enviado, luciendo como una diosa.

Tara me gustaba, no necesitaba más pruebas que el no poder despegar mis ojos de ella apenas la miré con ese lindo corsé que destacaba su… personalidad.

Aun así, mis sentimientos se confirmaron cuando el miedo me invadió al notar que Tara empezaba a tener dudas, seguramente pensando en retractarse. Quería pasar mucho tiempo con ella, tener más citas, tal vez un primer beso y, bueno, cualquier otra cosa que hacen las parejas.

Pero me parecía muy vergonzoso confesarlo ahora, más considerando que acabamos de empezar a hablar, y que no tenía la seguridad de que ella fuera a corresponder mis sentimientos, así que me limité a intentar convencerla de que no pasaría nada malo, teniendo éxito en mi intento.

La cita fue también fue perfecta, descartando el hecho de que intenté que Tara me besara una vez, pero seguía siendo demasiado lenta para entender las indirectas y yo demasiado nueva en esto como para tomar la iniciativa. Lo más que pude hacer fue besarle el hombro descubierto mientras nos despedíamos y ni siquiera fui capaz de mirarla a los ojos después de eso.

Tara no se comparaba en nada a los chicos con los que había salido, no me hablaba de cosas aburridas como su rutina en el gimnasio, la riqueza de sus papás o el puesto asegurado que tenía en la empresa de sus padres; seguramente porque no tenía nada de eso y ahí me di cuenta, ahora yo era esa persona.

Por fortuna tenía una seria obsesión con Blackpink que opacaba fácilmente las partes aburridas de mi vida, o sea todo lo que había vivido antes de conocerla.

Salir con Tara por dos semanas fue perfecto y no paraban de darme la razón a mí y a los diferentes tests de internet sobre si me gustaba mi amiga.

No adoraba tener que despertarme a las cinco de la mañana para poder alcanzar a verla en la universidad antes de Inglés, pero todo mi cansancio desaparecía tan solo con verla, y extrañamente, escuchar su voz también me ayudaba dormir por la noche, tanto que había dejado de tomar pastillas para el insomnio. Ella curaba cualquier malestar en mí. Ella y su hermosa sonrisa, su increíble inteligencia, sus lindos labios.

¡Dios, necesitaba que Tara me besara de una vez!, llevaba dos semanas tirando indirectas, pero ella no las entendía, era simplemente frustrante y mis amigos bromeando sobre besar a Tara no ayudaban en nada, sobretodo Dani, porque sabía que ella no tendría la misma vergüenza y que yo, y que, si quería besar a Tara, lo haría sin problemas cuando tuviera la mínima oportunidad.

¿Lo peor? A Tara no parecía molestarle que Daniela le coqueteara todo el tiempo y sin importar cuanto lo pensaba, la única conclusión a la que llegaba era que a Tara le gustaba Dani, eso también explicaba por qué después de tres citas y mil indirectas, aún no me había besado.

Todo se tornó en mi contra cuando mis amigos decidieron que era buena idea hacer bromas sobre Tara y yo besándonos, como si yo, una closetera frustrada y seguramente no correspondida, necesitara eso en ese momento de mi vida.

Ella: Amar y ProtegerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora