X. Ella.

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Mi corazón latió rápidamente, golpeando mi pecho con fuerza. Sentía que me faltaba la respiración y mis manos sudando, pero no podía darme el lujo de entrar en pánico.

Tomé aire y apreté el celular contra mi oreja mientras llamaba al 911, sintiendo las lágrimas que amenazaban con salir en cualquier momento.

Mi voz, al igual que todo mi cuerpo, temblaba.

—¡Hola, necesito que me escuchen! Mi novia, Tara, desapareció hace unas horas, yo estaba dormida, pero estoy segura que se la llevaron a la fuerza.

—Entiendo, señorita, ¿podría proporcionarme su nombre? —El hombre del otro lado de la línea habló con calma.

—Tara Flores Carrera.

—El suyo.

—Ah, soy Ella.

—Muy bien, Ella, estoy aquí para ayudarte, voy a necesitar que me cuentes lo que pasó con cada detalle que recuerdes.

—Okay, uhm —en realidad no sabía nada de la desaparición de mi novia—, vine a su casa para pasar el tiempo juntas, pero nos quedamos dormidas y cuando desperté ella ya no estaba.

—¿No cree que pudo haber ido a alguna parte y no quiso despertarla?

Negué, como si pudiera verme—. No, es imposible, cuando desperté tenía un mensaje suyo, decía que se debíamos terminar porque ahora estaba con un chico, pero ese tipo es un loco, hace unas semanas la amenazó con que si no terminaba conmigo iba a hacer algo y… —sollocé, de alguna manera me sentía culpable, si Tara no me hubiera elegido no estaría en esta situación.

—Muy bien, Ella, siento mucho que estés pasando por esto. ¿Crees que podrías describirme a tu novia y darme más información sobre este chico?

—Sí, claro, Tara es… es blanca, pálida en realidad, no toma mucho sol —reí, intentando calmarme a mí misma—, cabello negro, a los hombros con ondas, casi siempre parece que está despeinada, mide menos de 1.60, complexión media, es hermosa, muy hermosa, y tiene ojos marrones.

—¿Alguna característica distintiva?

—No, ninguna, lo siento.

—No te preocupes, lo estás haciendo muy bien, ¿qué me puedes decir del chico? —Él se mantenía calmado y comprensivo.

Empecé a describir a Alejandro y finalmente el operador me indicó que ya había registrado a mi novia como desaparecida y que sería posible que al día siguiente un oficial fuera a casa para tomar una declaración más detallada.

Cuando la llamada terminó dejé mi celular a un lado, seguía en la cama de Tara, en medio de la oscuridad de su habitación y de un horrible silencio que era únicamente interrumpido por el tic-tac de un reloj que mi novia tenía en su pared.

Sentí como la ansiedad se apoderaba de mi pecho y tuve que levantarme de la cama, paseando de un lado a otro por la casa, tratando de contener mi llanto. Me sentía impotente y sin derecho a llorar.

Tara probablemente estaba pasando cosas horribles con ese loco, ¿por qué debería ser yo la que lloré?

Una luz apareció iluminó el patio y Dayana no tardó en aparecer por la puerta, parecía feliz y me sentí aun peor porque tendría que darle la terrible noticia después de la que parecía haber sido una buena cita.

Sin decir una palabra, me lancé a sus brazos.

Le diría, pero antes necesitaba un poco de consolación.

Day no tenía idea de lo que pasaba, pero aun así me abrazó con fuerza sin hacer preguntas, recargando su barbilla en mi cabeza y acariciando mi cabello suavemente.

Ella: Amar y ProtegerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora