El fin de semana pasó más lento de lo que esperaba, todo gracias a que mamá no dejó que Ella se quedara a dormir en casa y teníamos que esperar a la noche para poder hablar sin parar, aunque hablábamos por mensajes durante el día, no nos era suficiente.
Los demás días antes del viernes pasaron normales, por fin pude volver a dormir con mi novia, lo cual era lo más importante, ya que sus balbuceos nocturnos se habían vuelto como cantos de ballena que me ayudaban a conciliar el sueño.
En la universidad, pude ver que la tal Mía seguía intentando molestar a Ella. Llegaba todos los días unos minutos antes de que se acabara su clase de Inglés, pero apenas alcanzaba a saludarme cuando Ella aparecía detrás de ella.
—Hola, Tara —saludó Mía apenas atravesó la puerta, como lo había hecho toda la semana, y yo le respondí sin dejar de mirar la pantalla de mi celular, esperando que mi novia apareciera.
La castaña se esperó un momento, parada frente a la puerta, y cuando Ella no llegó, se acercó a mi lugar, recargándose en mi pupitre con una sonrisa extraña.
—Sabes, Tara, a veces veo a Ella y siento algo de envidia —se inclinó un poco más hacia mí, mirándome intensamente.
—Ah.
—Las veo, lo bien que se ven juntas, y me pregunto cómo se sentirá estar contigo en su lugar, al menos una vez.
—Lo siento, no tengo interés en estar con otra persona que no sea mi novia —contesté con algo de molestia por la insinuación y regresé mi mirada a mi celular.
—¿Y cómo te sientes sabiendo que salió con la mitad de los chicos de la universidad?
Alcé la mirada, mirándola incrédula. ¿En serio estaba preguntándome eso?
—No me importa con quién o cuántas personas haya salido antes.
—Tal vez debería importarte, considerando lo diferente que eres a todos los demás. ¿No crees que podría estar jugando contigo?
¿Qué le pasa a esta chica y a mamá con decir que soy “diferente”?
Tomé aire para mantenerme serena. —Conozco a mi novia, sé que no es la clase de persona que jugaría con alguien más, y no me parece apropiado que insinúes ese tipo de cosas de ella.
Mía suspiró. —Lo siento, supongo que no puedo evitarlo. Pero dime, ¿qué es lo que todo el mundo ve en ella? ¿Por qué te enamoraste de Ella y no de mí?
—No se trata de comparaciones, Mía —contesté frustrada—. En primer lugar, ni siquiera sabía que existías, y estoy segura de que hasta que no me empecé a juntar con Ella, tú tampoco sabías de mí —no dijo nada, dándome la razón—. Y, en segundo lugar, aunque te hubiera conocido, no creo que hubiera sentido contigo, ni con nadie, la conexión que siento con Ella, porque es algo inexplicable y que solo sucede con la persona adecuada —la chica bajó la mirada, dejándome ver su vulnerabilidad.
—No entiendo.
—¿Qué cosa?
—¿Por qué nadie puede sentir eso por mí? —la tristeza empezó a aparecer en su voz, mezclada con algunas lágrimas que hicieron que sus ojos brillaran. Al notar que no respondía, volvió a hablar—. ¿Tienes idea de cuánto tiempo he conocido a Ella? —negué—. Desde preparatoria, he soportado que sea mejor que yo en todo, por más de tres años, y me hacía sentir un poco mejor que, aunque saliera con un montón de chicos, no encontrara el amor, y pensaba que, si yo lo encontraba primero en alguno de los chicos con los que ella salía, demostraría que puedo ser mejor que ella, ¡y ahora te tiene a ti y se ve más feliz que nunca!
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Ella: Amar y Proteger
RomanceTara había estado pasando inadvertida en la universidad durante casi un año, hasta que la repentina atención de su compañera de clases, Ella, la tomó completamente por sorpresa. En medio de una complicada ruptura con su mejor amigo, Tara encontró en...