Cuando finalmente abrí los ojos, todo a mi alrededor era una mezcla borrosa de luces y sombras. La sensación de estar flotando en la oscuridad me confundió por un momento, hasta que poco a poco la conciencia se apoderó de mí al igual que el dolor y la confusión.
Mi mente tardó unos segundos en procesar lo que había sucedido. Recordé el secuestro, las amenazas de Alejandro, el disparo, y el salto del auto. Afortunadamente había sobrevivido, pero el dolor en mi hombro y la debilidad en mi cuerpo eran una dolorosa prueba de lo que había pasado.
Miré a mi alrededor, tratando de ubicarme, y fue entonces cuando vi a alguien familiar sentada junto a mi cama. Era mamá, con los ojos hinchados de tanto llorar y una expresión preocupada en el rostro. No pude evitar sentir un nudo en el estómago al verla, sabiendo que debió haber pasado por momentos horribles mientras estuve con Alejandro.
—Mamá —susurré, tratando de decir algo para reconfortarla, pero mi voz apenas sonó audible.
Ella se volvió hacia mí, con los ojos llenos de lágrimas de alivio al verme despierta. Se acercó rápidamente y me abrazó con cuidado.
—Tara, mi amor, ¿cómo te sientes? —preguntó, intentando no sonar tan preocupada.
—Adolorida —respondí con sinceridad—, pero estoy viva, creo que es lo importante.
Sentí el calor de su abrazo y me aferré a ella, sintiéndome un poco reconfortada a pesar de lo que había pasado. No lo suficiente para sentirme en paz, pero tal vez no me vuelva a sentir así en mucho tiempo.
Poco despues, la puerta se abrió, y entró Day acompañada de una guapa mujer pelirroja. Dayana se acercó con una sonrisa y antes de saludarme le entregó un sándwich a mamá, aunque creo que la definición correcta para lo que hizo es “le arrojó el sándwich como si quisiera romperle la cabeza con él”.
—Mira quien está despierta —dijo Day, tratando de mantener un tono alegre, pero también había un rastro de incomodidad en su voz y la pelirroja que acariciaba su espalda tratando de tranquilizarla me confirmaba que algo había pasado mientras no estuve.
—Hola —respondí, con una sonrisa débil.
Day se acercó y me dio un beso en la frente, noté que mi mamá fruncía ligeramente el ceño. Se excusó con que iría a hablar con la policía y besó mi mejilla antes de marcharse de la habitación, dejándome a solas con Day y la mujer que la acompañaba.
Pasaron unos momentos en los que solo nos miramos, dejando que las emociones fluyeran entre nosotras. Ella acarició mi mejilla con ternura.
—¿Cómo te sientes?
—Como si me hubiera pasado un camión por encima.
—Pues casi, digamos que no es muy buena idea desmayarte en medio de la carretera —reí, dándole la razón—. Fuiste muy valiente.
—Estaba muerta de miedo y dolor.
—Lo sé, mi niña, pero aun así saltaste. Eres tan fuerte.
—¿Cómo tú?
Sonrió con ternura y asintió—. Más que yo.
—¿Qué pasó con Alejandro? ¿Y los chicos? ¿Y Ella?
—Alejandro escapó, pero la policía ya está buscándolo, tus amigos y Ella están dando su testimonio, pero no creo que tarden mucho —la rubia me miró por unos segundos, acariciando con su pulgar la mano que sostenía—. Entiendo que no le hayas contado a tu mamá lo que pasaba, pero, ¿por qué no me lo dijiste contaste a mí?
—No creí que Alejandro fuera a llegar tan lejos, además no quería preocuparte.
—Sabes que puedes contarme todo, no importa si es bueno o malo —asentí—, de hecho, si es malo tienes que contármelo, aunque no quieras.
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Ella: Amar y Proteger
RomansaTara había estado pasando inadvertida en la universidad durante casi un año, hasta que la repentina atención de su compañera de clases, Ella, la tomó completamente por sorpresa. En medio de una complicada ruptura con su mejor amigo, Tara encontró en...