Capítulo 31.

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Como todo lo que se decía en voz alta: las promesas y los sueños se fueron derrumbando a medio camino

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Como todo lo que se decía en voz alta: las promesas y los sueños se fueron derrumbando a medio camino. Nuestros guerreros hambrientos de libertad lucharon con todas sus fuerzas por poder conseguirla; sin embargo, los demonios de la noche tan furiosos y cegados por una venganza que no era suya, peleaban con fuerza suficiente como para detenernos.

Sahale se levantó del suelo y noté que había garras en sus manos. Las marcas que se dibujaban en su piel comenzaban a envolverlo por completo. La pupila en sus ojos se tornó más grande y oscura. Arawn no dijo nada solo asintió con la cabeza y eso fue suficiente como para que él comenzara a correr. Traspasó el campo de fuerza que Eleonor había hecho como si esta fuera de papel.

Laelaps corrió a su misma velocidad y antes de que pudiéramos pensar en un plan, él ya se había montado en el lobo. Izó el vuelo y se dirigió directamente hacia nuestros enemigos. Laelaps abrió su imponente hocico y formando una bola gigantesca de fuego azul arrasó con toda la primera línea de ellos hasta exponer a la reina.

Su dragón le siguió de cerca e imitó a Laelaps abarcando más enemigos. Sahale pasó del lobo hacia el dragón y entonces vi hacia donde se dirigía, con ira ciega llegó hasta donde estaba la reina, con sus garras y sin ningún impedimento desgarró su cuello casi por completo.

Los demonios a su alrededor comenzaron a atacarlo, pero Laelaps le ayudaba a quitárselos de encima. La reina, más fuerte aún envolvió su cuello con las cadenas de Selim y detuvieron la hemorragia como si fuera una extensión de su piel.

Sahale peleaba uno a uno quitándose a sus enemigos de encima. Umbrá quemaba todo a su paso, el prado se encontraba en llamas por completo. Estábamos en el mismísimo infierno.

Más allá de lo que podía ver, estaba Maximus, quien afianzaba a un jovencito en la montura de su dragón. Permanecía tranquilo solo observando el panorama, nada parecía molestarle, ni la muerte de sus soldados, ni que a su reina la estuvieran amenazando de muerte. Creo que estaba convencido de que nada podría matarla jamás.

Arwydd, la hija de Eleonor, no tenía ningún tipo de remordimiento al atacarnos. No parecía querer detenerse, al contrario se veía como si disfrutara cada uno de los asesinatos. Sahale no dudó en hacer un ataque directo.

Umbrá sobrevolaba el espacio, Sahale dio la orden y cuando el gran dragón rojo viró en picada hacia la grachod, noté un pequeño atisbo de terror en sus ojos, ella gritó algo y cuando Umbra abrió sus grandes fauces, con una mano y su gran poder arrastró a Laelaps a medio camino, haciendo que el dragón partiera al lobo en dos, en lugar de a ella.

—¡No! —grité con fuerza cuando vi el resto de Laelaps caer destrozado al suelo. Quise correr, pero lo que quedaba de él había caído demasiado cerca de la bruja.

Volví mi vista hacia donde estaba Eleonor y su rostro palideció al darse cuenta de lo que su hija había hecho. Vi lágrimas amontonarse en sus ojos y yo me puse de rodillas. Me puse de rodillas pidiendo piedad, comenzando a llorar. Estaba herida, pero estaba más furiosa que eso.

—¡Entrégamelo! −ordené− ¡Entrégamelo! −rugí− ¡Ahora!

Eleonor en un rápido movimiento con sus manos lo acercó hasta donde yo estaba, no me importaba si alguien más trataba de atacarme, no me importaba que no pudiera concentrarme en nada más. No me importaba que no pudiera respirar sin sentir que el corazón me doliera, no me importaba quien ganaba ahora, solo quería estar con él.

Corrí hasta que pude alcanzarlo. Corrí hasta que logré tenerlo cerca de mí. Sus patas delanteras aún se movían y sangre salía por su hocico, sus ojos en lugar de ser azules comenzaban a perder su color. No podía respirar, él solo se atragantaba con su propia sangre. Puse mis manos alrededor de su cabeza y comencé a llorar.

—¡Lo siento! ¡Lo siento Thally, lo siento! —grité recordando el espíritu de mi antigua reina— ¡Lo siento! —grité mientras lo acercaba más a mí y su sangre impregnaba mis ropas. Sabía que Laelaps siempre había contenido el espíritu de la esposa de mi hermano y ahora, ahora ya no estaba— ¡Lo siento!

El suelo debajo de mí comenzó a temblar, la tierra se abría y fuego a mi alrededor comenzó a encenderse. Miré a mi alrededor y frente a mí, estaba una mujer. Una mujer tenebrosa, una mujer con ojos negros y venas a punto de reventarse bajo sus ojos. Ella jadeaba mostrándome sus colmillos, veía hacia lo que quedaba de su lobo y luego a mí.

Entonces me levanté y como ella me había ordenado antes, corrí.

Corrí con tanta fuerza como mis piernas me lo permitían. Animales cambia-formas y demonios nocturnos trataban de perseguirme, de detrás de mí saqué la ballesta que siempre usaba y fui derribando a cada uno; pero eso no era suficiente lo que venía siguiéndome no lo detendría con nada.

Corrí sintiendo que mis piernas se acalambrarían, corrí tan lejos como mi corazón pudo dar, entonces lo sentí, sentí como ella me tomó por el cuello y me azotó contra el suelo. Los huesos dentro de mí crujieron, no podía moverme, apenas podía respirar. Mi visión se comenzó a oscurecer. Jadeé buscando desesperadamente quitar sus garras de mi cuello, pero nada la movía. Ella solo gruñía y me hundía más contra las rocas debajo de mí. La movilidad de mis brazos se fue, cayeron desplomadas mis manos a mis costados y cuando sentí que el corazón me iba a estallar, algo hizo que ella se detuviera.

—¡No he terminado contigo! —Shaw había tirado del cabello de Rahe levantándola del suelo, formó una daga en su mano con la que destrozó el cuello de Rahe, pero la herida no duró un segundo en ella, se cerró tan rápido como se formó.

Tomé una bocanada de aire y traté de levantarme y volver a correr, pero yo solo era una simple humana y nada de mi cuerpo se movería nunca más. Me quedé ahí esperando mi muerte, pero esta no llegó. En su lugar, un hombre de marcas en el cuerpo y ojos dorados me levantó del suelo y me alejó de ellos.

Shaw y Rahe luchaban cuerpo a cuerpo, en una danza que yo no podría describir, el poder que tenían los dos era impresionante, ella desgarraba la piel del rostro de Shaw con facilidad, pero era tanto su poder de regeneración, que aunque él traspasara el cuerpo de ella con sus manos, ella podía volver a su forma natural, el Sol estaba en su punto y el poder de Shaw se incrementaba. Rahe era hija de la luna, así que su poder crecería con la noche, pero para ello, aún faltaba mucho tiempo.

—¡Estarás bien! ¡NO MUERAS! —Sahale me gritaba, pero yo lo escuchaba muy lejos de mí. Él cayó de rodillas, haciendo que mi cuerpo rodara por el suelo, nuevamente perdí la respiración y no sé si era mi cerebro sintiendo la muerte cerca lo que revolucionó todos mis sentidos, entonces recordé el pacto que había hecho antes de que Sahale se fuera con mi sobrina cuando me quedé a cargo de la corona, el pacto de sangre que habíamos formado como seguro contra el Rey Máximus, si mi corazón dejaba de latir, Sahale también lo haría.

—¡Ahora! —escuché que gritaban.

Cerré los ojos un momento...

>>Era un sueño, sabía que era un sueño. Mi hermano estaba sentado en el trono y sostenía una pequeña niña de ojos ambarinos y cabello muy negro. Ella sonreía, lucía feliz, nada de lo que pudiera acercarse a ella jamás la dañaría. Sabía que él jamás lo permitiría. Él pasó su dedo pulgar por sus mejillas y los brazos de la bebé comenzaron a llenarse de manchas negras que decían nombres de personas a las que no conocíamos. Los maestres le decían que esa niña era un demonio, le decían que se deshiciera de ella y buscara tener otro... pero mi hermano jamás quiso tener otro bebé. Él sabía que ella sería la nueva gobernante de Reg y sabía que jamás amaría nunca a nadie más como amaría a su mujer y a su pequeña princesa. Nadie le haría pensar lo contrario. Nadie jamás haría que ella fuera mala ante los ojos de él. Nadie.

Abrí los ojos y Sahale estaba derrumbado en el suelo al lado de mí, salía sangre de su boca y no podía respirar, trataba de alcanzarme, pero yo no podía mantener los ojos abiertos. No podía respirar, entonces cerré mis ojos... y no los abrí nunca más. 

DRAKONS: Hijos de la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora