Capítulo 27.

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Mi reina, Leyla Kamat, había sido muy clara en el hecho de que necesitaba información acerca de una Grachod que pudiera estar rompiendo el código de lealtad entre las hermanas

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Mi reina, Leyla Kamat, había sido muy clara en el hecho de que necesitaba información acerca de una Grachod que pudiera estar rompiendo el código de lealtad entre las hermanas. Yo no podía creer que alguna fuera tan descarada como para tratar de retar el poder de Madre. Pero tenía la seguridad de que esa hermana tendría un trágico desenlace.

Había hecho una excursión en las tierras a los alrededores de Reg, pero no fue hasta que encontré a una de nosotros en una de las tierras de camino a Saltlake que encontré más respuestas. Ella se encontraba en una pequeña posada a cargo de un caza recompensas que se hacía llamar Kilian. En cuanto me presenté él se mostró amable, pero sabía que no confiaba en mí.

Tanto él como la grachod que poseía eran viajeros, lo que me daba más acceso a la información de la que podría obtener estando en el castillo. Sin embargo, para hablar con ella necesitaba pagar algún precio.

El hombre apareció de nuevo frente a la barra de la cantina. Me acercó un cuenco de sopa y una cuchara. Puse mis manos sobre la madera y tomé la cuchara.

—¿Eres posesión de la reina de Reg? —asentí con lentitud— Imagino que estamos en problemas.

—Un poco, sí.

—¿La princesa ha muerto?

—Todavía no —respondí con cuidado y él asintió— ¿Qué es lo que necesito para hablar con tu grachod?

—Dinero que no posees, o información que me pueda beneficiar —respondió encogiéndose de hombros—. Antes de que intentes hacerme dormir, debes de saber que Zu me es leal. Cualquier intento de atacarme, hará que ella te mate.

—Lo sé, no vengo a pelear —él asintió.

—Primero quiero saber, ¿de qué lado estás? —alcé el rostro y pude ver cómo él ponía ambas manos sobre la barra.

Su pregunta me había tomado un poco por sorpresa. Generalmente los hombres no se dirigían así a nosotros, especialmente cuando sabían que podíamos hacer con ellos lo que quisiéramos. Pero la seguridad con la que me hablaba me hacía pensar que él confiaba ciegamente en su grachod.

—Estoy del lado de la persona que me posea —él entrecerró los ojos, tratando de descifrar mi respuesta.

—¿Incluso aunque ese lado no sea el correcto? —tragué saliva y él sonrió—. Zu... No tardes demasiado.

Kilian se alejó, aunque sabía que había más personas en la posada, se fue de aquí dándonos algo de privacidad llevándose al resto de los comensales fuera. Cerró la puerta detrás de sí sumiéndonos en un silencio desesperado. Miré hacia el frente y la mujer solo me veía fijo.

—Hola...

—¿Qué es lo que quiere?

—Necesito saber si tienes idea de lo que está sucediendo en Loftus —ella seguía en silencio—. Necesito saber si alguna de nuestras hermanas está ayudando al Rey.

—¿Por qué?

—Porque mi reina necesita esa información —tragué saliva— su vida y su reino dependen de esta información.

—La respuesta podría matarte; pero si tú deseas saberlo... —ella tomó la cuchara y comenzó a girarla dentro del cuenco de la sopa. Un rostro comenzaba a dibujarse, un rostro muy parecido al mío, un rostro que me era muy familiar.

—¿Arwydd?

—Ella se ha enlazado a un hijo del rey —negué—. Ella le ha dicho que hay una forma de regresar a los muertos a la vida.

—Pero, eso no es posible... ella no... ¿cómo es que se ha enlazado con un hijo del rey Maximus? Solo nos podemos enlazar a humanos comunes.

—Él tuvo un hijo bastardo con una de las doncellas del castillo, ¿cuántos hijos bastardos crees que han tenido otros reyes? —me quedé un momento en silencio y después golpeé el cuenco de sopa con la mano, derramándolo sobre la barra.

—¿Por qué crees que ella le diría al Rey un secreto como ese? Ella sabe que ese tipo de verdades la asesinarán, ¿por qué está haciendo esto?

—¿No hiciste tú barbaridades con tal de que la dejaran en libertad? —preguntó y yo solo me quedé viendo hacia el líquido que estaba goteando hacia el suelo—. ¿Qué crees que haría ella para que te dejaran a ti en libertad?

—Si ella hace un pacto de resurrección, Madre la matará.

Zu se encogió de hombros y comenzó a limpiar la sopa de la barra. La puerta se abrió y Kilian regresó a la posada.

—El tiempo se terminó.

—¿Puedes contactarla? —pregunté con rapidez, pero ella no hizo nada por contestarme—. ¿No me escuchaste? —pregunté desesperada, me estiré hacia ella y la tomé por el cuello atrayéndola a mí. Kilian corrió para tratar de separarme de ella, pero yo comencé a agitar el pequeño cuerpo de la mujer—. ¿Puedes contactarla?

—¡Basta, suéltala!

—Sí puedo —dijo la mujer— ¿qué quieres que sepa?

—Dile que la ayudaré, dile que llegaré a ella, pero que libere a la familia del jinete...

—No —dijo Kilian de inmediato— ¿Estás loca? ¡Matarán a todos en Reg si traicionas a tu reina!

—No sabía que mi hija estaba involucrada —di unos pasos hacia atrás. Zu asintió y dejó de estar en presencia de los dos.

—¡Zu! —gritó Kilian. Volví mi vista hacia la puerta y sonreí. Las cosas tendrían que cambiar. 

DRAKONS: Hijos de la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora