Capítulo 1.

3.5K 210 27
                                    

Existe un bosque sin nombre situado a las afueras de las tierras de Allynux, la segunda colonia desterrada del Reino de Rewk

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Existe un bosque sin nombre situado a las afueras de las tierras de Allynux, la segunda colonia desterrada del Reino de Rewk. En este bosque hay una pequeña colonia de personas con pasados que nadie quiere contar. A pesar de ello se caracterizan por ser muy hospitalarios con los extranjeros, son seres nobles y serviciales, pero eso lo único que les ha conseguido son problemas.

Entre todas sus familias existía una a la que todos acudían cuando necesitaban ayuda médica. El jefe de esta se llamaba Tala. Era un hombre grande, fuerte y de inmensa sabiduría. Su mujer, Umi, era hábil con las manos, sus curaciones siempre eran las que más rápido sanaban y jamás dolían. En esa familia había tres hijos: Sahale, Elu y Taima.

Lo que les destacaba a ellos además de tener una amplia gama de sustancias curativas y la sabiduría suficiente para poder emplearlas era el saber que desde que llegaron a la colonia, nadie había muerto bajo sus cuidados.

A pesar de no ser los líderes, eran parte fundamental del lugar; pues sin ellos, solo habría muerte, carencia y miedo. Otro detalle importante es que eran la única familia en el que todos sus integrantes tenían el iris del color del oro. Lo que atraía atención de los lugareños, y por muy agradecidos que pudieran estar... algunos de ellos no podían evitar envidiarlos.

Ellos vivían en una pequeña cabaña en el bosque. Nadie que apreciara su existencia iba a molestarles. Especialmente porque no querían encontrarse con Sahale, conmigo. Yo era el mayor, el único hijo varón.

Cuando llegamos a Allynux nos recibieron con respeto y amabilidad. La situación en la zona era bastante difícil como para buscar echarnos. Ofrecimos comida a quienes nos recibieron y quienes fueron inteligentes buscaron la forma de hacer que nos quedáramos.

Todas las familias sufrían de hambre y en cada casa ya había muerto alguien por inanición. Además no había nadie que supiera lo suficiente sobre plantas medicinales como para curar a todos sus enfermos, por lo que llegar a ellos fue una bendición. Este bosque tenía animales muy variados, los cuales podrían servir como alimentos, pero si alguien les hubiera enseñado a criarlos, las cosas habrían mejorado. La tierra también era fértil, así que con ello y las semillas que traíamos con nosotros, la colonia rápidamente prosperó.

Creí que la idea de tener un nuevo hogar me haría feliz pero la verdad, el día que me encontré con uno de los Jinetes Hijos de la luna, esa perspectiva cambió.

Una noche una pareja de viajeros había llegado a nuestro hogar. El hombre sostenía a su esposa en brazos y lloraba desesperadamente por ayuda. Un demonio de la noche los había atacado mientras descansaban en un prado de camino a Qut. Él se había separado por unos minutos de su esposa mientras trataba de encontrar más leña para la fogata. Volvió tan rápido como escuchó los gritos. El demonio estaba mordiéndole las manos y las piernas a su esposa y él no pudo hacer otra cosa más que intentar quitárselo de encima.

Obviamente, el demonio era más fuerte que el hombre, la pelea duró menos de lo que esperaba. Y no conforme con matar a la mujer, dejó vivir al hombre para que pudiera sufrir al no poder hacer nada al respecto. El demonio se fue, el hombre levantó a su esposa y corrió sin descansar hasta encontrar ayuda, fue así como nos descubrió. Gracias a todos los dioses llegó con tiempo suficiente para poder tratar sus heridas, pero para ella era demasiado tarde. Estaba destrozada, sus brazos estaban rotos, sus piernas ensangrentadas y podía ver cómo la sangre de su cuello borboteaba hasta dejarla vacía. Ella murió antes de que nosotros pudiéramos tocarla.

DRAKONS: Hijos de la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora