Capítulo 19.

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Todo se había complicado de un segundo a otro

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Todo se había complicado de un segundo a otro. Sin preverlo, todo mi mundo se vino abajo. El pequeño equipo que había logrado reunir se había dividido. Todos tenían razón, el único motivo que tenían para ayudarme era porque no sabían toda la verdad. Yo había sido lo suficientemente egoísta como para intentar convencerlos de que ayudarme era necesario; que ellos también se verían beneficiados cuando la realidad era otra.

Todos me observaban, Bash estaba en el rincón de la habitación con Laelaps custodiando su sueño. Arawn me veía con tremenda molestia, Rahe me observaba como si fuera la peor de las escorias y Emilia ni siquiera alzaba la cara.

La primera vez que vi a Luke estaba llorando. Sostenía a Annel como si le hubieran arrancado también a él una parte del pecho. Cuando me la llevé para enterrarla, él estaba durmiendo. No supe qué sucedió con él después de mi partida. Yo estaba demasiado ocupado tratando de sobrevivir con un nuevo don, un dragón gigantesco y un corazón sin vida. Pero ahora, sentado frente a mí, lo desconocía por completo. La doncella plateada que conocí en el bosque se había convertido en un simple duendecillo de cara triste que no respondía a las dudas que yo tenía y la fe que le tenía a cualquier cosa que estuviera en los cielos se había desvanecido por completo.

Bajé la mirada y observé mis manos, había cicatrices en ellas. Había luchado tantas veces contra demonios de la noche que no recordaba la última vez que perdí contra uno de ellos. Había peleado con mi padre, había protegido personas que merecían morir y había tenido tantos problemas que se pudieron haber evitado simplemente con permanecer en casa prestando atención a lo que le sucedía con mi familia. Si tan solo hubiera estado presente cuando Benneth llegó a casa. Si tan solo hubiera acompañado a mi hermana en su viaje a Loftus, si me hubiera quedado con ella, nada de esto hubiera sucedido. Nadie estaría en peligro ahora y yo no tendría nada qué ver con demonios, guerras y traiciones. Todo había sido mi culpa.

—¿Saben qué? —bufé mirando fijamente a Rahe—. Tienes razón. Soy egoísta. Me gustan las cosas hechas a mi manera y odio cuando no tengo el control de todo. Vivo pensando que la vida me debe demasiado por lo cual soy exigente. Peleo por lo que me gusta y por lo que no me gusta. Nací para crear problemas donde no hay nada e incluso disfruto de hacer sentir mal a las personas simplemente porque sí. Tengo un pésimo carácter y un vago sentido de la prudencia. Nací en tierra de nadie, por lo que no sé lo que es pertenecer. Sí, tienes razón, soy un Don Nadie que jugó a los soldaditos con todos ustedes —ella no quitaba la mirada de mí—, pero estoy aquí. ¡Estoy aquí! Estoy aquí tratando de recuperar lo único valioso que tengo en mi vida. Ellos no merecen pagar por mis errores, solo yo. No voy a regresar a Loftus porque quiera recuperar a mi gente y huir con ellos. Lo haré porque quiero que tengan la vida que yo no me merezco —defendí—. Si regreso, jamás te dejaría ahí. Me quedaría contigo. No miento —dije cuando noté cómo ponía los ojos en blanco—, prometí a tu tía que te regresaría con vida —alcé mi mano y le mostré la marca que había en mi palma, donde había entregado un poco de mi sangre—, lo prometí y lo haré. Si no lo hago por honor, lo hago porque de cierta manera te he tomado cierto cariño. Rahe, te he prometido tiempo y es lo único que puedo darte. Pero no puedo hacer nada sin cumplir mi primera parte del trato. Para eso te necesito y necesito que confíes en mí.

DRAKONS: Hijos de la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora