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El sonido de la música en el auto se escuchaba algo extraño, sus ojos estabas cerrados y le pesaban, no era para menos, había bebido bastante esa noche pero estaba en buenas manos, el azabache la cuidaba.

Abrió sus ojos lentamente y vio a cierto estado riendo y sosteniendo una botella de algo anaranjado con etiqueta negra, intentó enfocar la vista pero todo era difuso.

Giró un poco la cabeza y vio a su amiga reír y grabar algo con su celular, enfocando a la parte delantera del vehículo.

Comenzó a parpadear más para despertarse, debía al menos ver por dónde iban para saber luego como volver, aunque de seguro su amigo sabría cómo volver, era el camino a casa de su hermano mayor.

Y todo pasó como un parpadeo.

- ¡CUIDADO! - gritó Mackenzie, aquello la puso alerta y levantó rápido la cabeza, viendo como una luz se volvía intensa y sintiendo como el auto se movía de forma brusca.

Intentó gritar, pero simplemente nada salió de su boca, su cabeza se sacudió de adelante hacia atrás y sintió un dolor inimaginable, subió de su cuello a su cabeza y que bajo por su columna.

El cinturón la presionaba contra el asiento y todo se puso negro.

Y el olor a gasolina la despertó.

Abrió los ojos y vio la luna y el cielo estrellado, al parecer estaba acostada sobre el suelo.

- ¿Qué? - preguntó al aire.

Se levantó con cuidado y se sentó, inhalo, exhaló y miro a su alrededor, topandose con el auto donde viajaba.

- ¿Qué? - volvió a preguntar, ahora un poco asustada.

Se levantó deprisa y se asomó por la ventana del pasajero, jadeando con horror y tropezando al dar un paso atrás.

Estaba allí, ella estaba allí en el auto, con el cinturón puesto, los ojos cerrados y su piel pálida, aunque estaba de cabeza, auto estaba volcado.

- No, no, no, no, ¡NO! - gritó.

Lágrimas comenzaron a bajar por sus ojos y de manera veloz se acercó al lado del conductor.

- ¡NO!, ¡NO, NO, NO, NO!, ¡FRITZ!

Su amigo estaba allí, con sangre saliendo de su boca y el volante en su pecho, la sangre igual salía del tórax del chico y de podía ver cómo las costillas igual sobre salían.

Escuchó una ambulancia acercarse, vio las luces y espero llorando, pero se horrorizo al ver qué de está bajaba su hermana.

- Dios, esto va a ser una mierda - dijo la joven paramédico.

- Apunta la matrícula, Katy - dijo otro paramédico.

La chica la fue a ver y todo se desmoronó .

- ¡Katy, Katy por favor, ayuda a Fritz, Ayúdalo! - gritó, viendo a su hermana paralizarse al ver la matrícula.

- ¡Sam! - gritó la mayor, yendo a asomarse a las ventanas del auto y viendo el cuerpo ahora frío de su hermana menor -. ¡SAMANTHA!

Los otros paramédicos corrieron hacia su compañera y deteniendola de abrir el auto, sosteniéndola mientras lloraba y gritaba.

Y allí fue donde lo comprendió.

Estaba muerta, y nadie iba a escuchar mientras les gritaba que ayudarán a Fritz.

Estaba muerta... El puto cáncer no la había matado.

La mató un solo movimiento de su fragil cuello...

O más bien la mató un imbécil que había sostenido una botella de líquido naranja y etiqueta negra.

La había matado Columbia británica, alias Vancouver.

Entre Waffles y Salchichas || CountryHumans AleCanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora