Inko y Mitsuki son mejores amigas que anhelan tener hijos a la misma vez y juntarlos cuando crezcan. Sus deseos se hicieron realidad cuando quedaron embarazadas casi a la misma vez.
Gracias a ese milagro, nació Izuku Midoriya y Katsuki Bakugo, sus ú...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Tiempo después....
Katsuki se encontraba en un lugar familiar, aunque difuso, como si todo estuviera envuelto en una neblina suave. Era el departamento que había compartido tantos momentos con Izuku, pero todo parecía más brillante, más cálido. Allí estaba él, sentando en el sofá, mirando a Izuku, que le sonreía como si el tiempo nunca hubiera pasado entre ellos.
—Te he extrañado tanto. — susurró, su voz temblando mientras sentía un nudo en la garganta.
Izuku lo miró con sus ojos cálidos y sinceros, aquellos que siempre parecían ver más allá de más palabras. Sin decir nada, se acercó y tomó su mano. El contacto fue reconfortante, casi tangible, como si todas las barreras que había existido entre ellos se hubieran desvanecido.
—Siempre estuve aquí, Katsuki. — respondió el pecoso con suavidad. —Solo tenías que abrirte, solo tenías que decirme lo que realmente sentías.
Katsuki sintió como su pecho se llenaba de emociones reprimidas, de un amor que había intentando enterrar, pero que nunca había desaparecido del todo. Había pasado tanto tiempo negando lo que realmente sentía, tanto miedo de admitir que lo que sentía por Izuku no era solo amistad. Ahora, en ese sueño, todo parecía tan claro.
—Lo siento... Por no darme cuenta antes. — dijo Katsuki, su voz cargada de arrepentimiento. —Te necesitaba, pero nunca supe que... Te amaba.
Izuku lo miró con una sonrisa triste acariciando su mejilla con ternura.
—Ya no importa. Estoy aquí ahora, y eso es lo único que importa.
Katsuki sintió como una oleada de alivio lo inundaba, una sensación de paz que no había experimentado en mucho tiempo. Se inclinó hacia Izuku, con la necesidad de sentirlo cerca, de saber que finalmente estaba donde había querido estar.
°
°
°
Pero justo cuando sus labios estaban a punto de encontrarse, el sonido de una voz lo arrancó del ensueño.
Katsuki abrió los ojos de golpe, desorientado y con el corazón acelerado. Parpadeó varias veces, tratando de aferrarse a los últimos fragmentos de aquél sueño, pero todo se desvanecía rápidamente. La imagen de Izuku, tan real solo unos segundos atrás, se esfumaba en la bruma de su conciencia.
Frente a él, su madre lo miraba con una expresión preocupada.
—Estabas soñando. — comentó ella, con una voz tranquila. —Te escuché murmurar.